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La impresora de Rufián

Desde que en el primer curso de valenciano para maestros colaboré con Salvador Jàfer en un acto poético (podía ser 1973 o 74) soy adicto al happening. Así que me ha encantado que el diputado de ERC llevara su impresora a la cámara baja e hiciera alarde de la potencialidad «letal» de su máquina. Todo sirve en la guerra de munición. Y él, que es provocador por naturaleza, aunque de una generación que prefiere pasar desapercibida, como ni sabe ni contesta. Espero que le paguen por la publicidad que hizo de una marca, en un gesto que será trending topic y arrasará. Me recordó al de Vicente González Lizondo cuando esgrimió en el parlamento una naranja como quien tiene en la mano una granada que puede explotar. El «naranjito» lo exprimió bien con el pacto del pollo.

Estaba yo rumiando estos días por el gran silencio trapense de los obispos, la Conferencia Episcopal, o los prelados de Catalunya. Están muy contenidos, para evitar la fractura y en todo caso seguir cobrando la factura. El valenciano de la sede de Barcelona no ha dicho si se niega a prestar colegios religiosos. Aunque unos monjes de Montserrat han esgrimido unos carteles con el «queremos votar». Como la policía no está autorizada a entrar en establecimientos religiosos, según el Concordato, puede que pongan urnas en los conventos, y así faciliten a los del clero el acceso al voto. Como CiU se rompió, el PdeCAT no sé si hereda todo lo de la democracia cristiana o se quedó solamente con la cara socialdemócrata(a la sueca) de Jordi Pujol. Hay muchas imprentas pías que están más allá de la perspicacia dels «mossos». Y como no es pecado€

Todo me recuerda la época de las «vietnamitas» que tenían los partidos ilegales para imprimir sus panfletos. El del PCE, Pla, luego catedrático, y mis amigas Hortensia Morriones y Ester Benítez, lo hacían en el sótano de Físicas y Químicas, en el actual rectorado, donde debieran poner una placa, por aquello de la memoria histórica. Y como Emma Cohen, en tiempos gloriosos -hace un año que falleció- guardaba los panfletos en el sofá del teatro donde representaba «Un enemigo del pueblo» y luego por ahí a repartirlos al acabar la función por Madrid, aunque nunca vi echarlos en Oliver, pero sí agarrarse con Vicente Parra y discutir luego de «La semana del asesino».

Tenemos todas las fuerzas del orden pendientes de las papeletas y de las urnas, y a los partidos y sus líderes enzarzados en una pelea de gallos sobre si esto es o no es una democracia y si unos/otros defienden los derechos humanos, los derechos de los españoles/catalanes. Ni el PP ni el tripartido catalán practican la libertad de expresión, la TVE y TV 3 son de vergüenza desde hace año€ Sólo llaman a los que son más «muelles». O a telepredicadores que se inflaman con su propia demagogia y que carecen de argumentos y de capacidad lógica.

Desde el día del debate sobre el referéndum muchos presentadores y periodistas se han erigido en jueces, o en verdugos. Ejecutan sumariamente a todos los que se ponen a tiro, más que preguntar arrollan a los invitados. Debe ser muy como estar en posesión de la verdad. O es que toman demasiadas anfetas para hacer horas extra. La profesión está muy «achuchá».

Habrá quien haga un servicio con su impresora (en las grandes empresas hay muchas, imaginen, en los bancos, o en las oficinas oficiales e institucionales) y mandará las copias por mensajero(en bicicleta, supongo). Es un deporte con carga política.

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