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Tú también

Envejecer es como acostumbrarse a la oscuridad. Te pones a leer a las tres de la tarde, por ejemplo, una novela apasionante junto a la ventana de tu cuarto de estar, y mientras pasas las páginas, el sol declina y la habitación se enluta sin que te des cuenta, pues tus ojos van adaptándose a la pérdida paulatina de la luz. Solo cuando ya es prácticamente de noche, se te ocurre encender una lámpara y entonces te das cuenta del tiempo que llevabas leyendo a oscuras. Si en plena vejez, encendiéramos la luz o, lo que es lo mismo, regresáramos de golpe a los 20 años, repararíamos en los estragos de la edad. Al no poder hacerlo, tampoco somos conscientes de las capacidades perdidas, ni de las habilidades adquiridas. Envejecer es como acostumbrarse a la oscuridad. El día que la oscuridad deviene total, tampoco te enteras porque estás muerto.

Hay otro asunto curioso, y es que no se envejece de manera lineal. No todos los días o todos los años de la vida se baja un escalón. A veces se suben dos, aunque luego se bajen tres. Hay gente que está mejor de salud entre los sesenta y los setenta que entre los cincuenta y los sesenta. Tarde o temprano todo el mundo se muere, pero en el viaje hacia la tumba hay retrocesos considerables, como si en vez de coger la autopista, se pudieran elegir caminos secundarios con vueltas y revueltas capaces de retrasar y de invertir incluso, siempre de forma temporal, el proceso. Esto se debe al hecho de que en el camino hacia la vejez no solo interviene la biología, sino también la mente.

Hasta los médicos más biologicistas recurren en alguna ocasión al término psicosomático para explicar un malestar sin causas físicas aparentes.

-Lo suyo es psicosomático.

Nadie, sin embargo, explica el bienestar desde ahí.

-Tiene usted una salud psicosomática a prueba de bombas.

Mal hecho. La mente puede ser un acelerador o un retardador del envejecimiento. Tanto o más que la vitamina D, ahora tan de moda. Por cierto, que se me ha hecho de noche casi sin darme cuenta. Así, tú también te harás viejo.

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