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Una lectura coral con poco sentido

El viernes el problema catalán tuvo otro episodio desagradable en forma de acción financiera. A la espera de lo que decida finalmente el President Puigdemont a los largo del día de hoy, dos notas. La primera es que, en el limitado conocimiento de un servidor, el artículo 25 de la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera que aplica el Gobierno es bastante nítido; la segunda es que en lo que respecta a cumplimiento y estado de las finanzas de la Generalitat Valenciana (GV) todo puede ser posible.

A pesar de la tempestad política de Cataluña, el próximo miércoles, organizado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Instituto universitario de la Universitat de València) titular actual de un contrato de asesoría con la Generalitat Valenciana (GV) para la reforma del modelo de financiación autonómica, y cuyo director ha sido su representante en el Comité de Expertos, tiene programado el seminario «Una lectura coral del Informe de la Comisión de Expertos para la revisión de la Financiación Autonómica». El recurso lingüístico de «coral» es brillante, ya que, en plena tempestad política evoca la mítica orquesta del Titanic actuando en pleno naufragio.

Como toda actividad intelectual, habría que saludar el acto con agradecimiento, pero en esta semana, su convocatoria encierra dos elementos potencialmente dudosos, con las constantes e inevitables decisiones del Tribunal Constitucional. La primera tiene que ver con la propia elección del «coro» elegido por el IVIE. La lista de participantes está integrada por un total de nueve personas, de las cuáles ocho son personas nombradas para el grupo de expertos, bien por una Autonomía, bien por el Gobierno Central. Pero la novena voz no reúne esta condición. Se trata de la profesora Maite Vilalta, Profesora Titular de la Universitat de Barcelona e Investigadora del Institut d´Economia de Barcelona, quien además de no estar en el conjunto redactor del informe (Cataluña se autoexcluyó) como intelectual honrada no ha ocultado en sus publicaciones e intervenciones públicas su conformidad con esta ausencia de Cataluña. La segunda, debería ser una banalidad, pero a saber lo que puede hacer en manos de un fiscal un acto que incluya una cerrada defensa académica de la posición de Oriol Junqueras, organizado por un instituto universitario asesor de la GV.

No es la primera ocasión en la que la profesora Vilalta visita Valencia para ejercer de experta, discrepando, desde su legítima condición de profesora, de las iniciativas y debates estatales sobre la financiación autonómica. Nadie discute la legitimidad de la discrepancia, sino el papel que se otorga por parte de sus colegas valencianos, cuando la decisión ha sido la no participación en una tarea del Reino de España. Como puede que recuerde el lector, el pasado marzo bajo el patrocinio del EURAM (Eurorregió del Arc Mediterrani) tuvo lugar en el Palacio de Congreso de Valencia la reunión «La hora de las decisiones: balance de agravios y reivindicaciones conjuntas», organizada por el Institut Ignasi Villalonga en la que el President Puig estaba anunciado y a la que decidió no acudir en el último momento. Entonces, la profesora Villata representó a Cataluña, uno de los Paisos Catalans, en la misma mesa en la que el representante del Gobierno balear y el de nuestro Consell plantearon sus respectivas visiones. Hablando del Institut, la actualidad obliga a señalar que Pere Aragonés, Secretari d´Economia y mano derecha de Oriol Junqueras, ha sido uno de sus investigadores. Es el político que hace escasos meses reconocía que Cataluña para salir adelante necesitaba que alguien le prestara 50.000 millones de euros para empezar a andar, y que sorprendentemente el viernes garantizaba a los catalanes que su Conselleria tiene suficiente efectivo para hacer frente a ello. Ignoro qué grupo financiero, nacional o extranjero, va a facilitar tal milagro.

Cuando en enero de este año, con una alegría sorprendente, Montoro decidió montar la Comisión de Expertos, Junqueras, que ya llevaba un año de vicepresidente y conseller de los asuntos de Hacienda de la Generalitat Catalana, rehusó mandar representante alguno al debate. El hecho de que inequívocamente la Generalitat se desinteresara de cualquier reforma del modelo, no impidió que el resto de gobiernos autónomos no forales siguieran adelante y designarán a gente de su confianza para esta labor, a la que el gobierno central añadió otra media docena de colegas. Con el paso de las semanas y por los argumentos usados por cada representante regional, quien presidía la Comisión empezó a usar el término de «expertos con bandera». Unos y otros actuaron como si la posición catalana no existiera y así, antes de irse de vacaciones, presentaron un informe preñado de votos particulares, objeto del corro del miércoles.

Hace ya muchos años que es evidente que no es ni razonable ni defendible sentar en igualdad de condiciones, en un mismo debate sobre financiación de las Comunidades Autónomas, a Cataluña y por ejemplo a Cantabria o La Rioja. Haberlo intentado es una decisión propia de quien parece estar fuera del tiempo histórico y del espacio propio del condicionamiento económico geográfico, a menos que busque una balcanización salvaje del actual Reino de España.

Desgraciadamente las referencias al pasado son poco útiles en momentos de urgencias estatales como las que estamos viviendo. La independencia de Cataluña es un tema que en el Principat ya ha roto miles de relaciones personales y que ha sido utilizada para tomar ventajas en muchas carreras profesionales, tanto en las empresas como en las distintas administraciones. En València, empezamos a experimentar algunos síntomas desagradables relacionados con este síndrome.

He escrito reiteradamente sobre la incapacidad de Rajoy para resolver el problema de la financiación autonómica. Hoy me atrevo a ir más lejos: con él en el poder no la resolveremos nunca, como ocurrirá con el asunto Bárcenas. Sin embargo cuando uno vive un conflicto que le afecta, ponerse en la equidistancia no sirve de nada cuando se dibujan rasgos que de forma inevitable son un choque de legalidades y de violencias impredicibles.

En una semana como la que vamos a vivir, el IVIE o el propio Presidente del Consell debería replantearse la oportunidad de un debate coral que ya quedó zanjado cuando la Generalitat Catalana se autoexcluyó.

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