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Javier Cuervo

El apocalipsis y el referéndum

Quizá el apocalipsis anunciado para el 23 de septiembre nos libre del referéndum anunciado para el 1 de octubre. Es el fin del mundo contra el nacimiento de una nación. Hasta ahora he sobrevivido a cinco referendos y no sé a cuántos anuncios de apocalipsis. Uno de los anuncios de apocalipsis sirvió para anunciar un desodorante. Otro fue la patraña del tercer secreto de Fátima, que no recuerdo en qué quedó pero implicó a un Papa, figura que se suele tener por seria a pesar de sus zapatos rojos. (Los zapatos rojos son frívolos en muchas culturas).

Ahora esperamos la colisión del planeta Nibiru, que no existe pero se puso de moda en 1975, en pleno romanticismo de la parapsicología, la ufología, Von Däniken y Jiménez del Oso. Desde entonces ha provocado alarmas apocalípticas en 2003, 2007, 2012 y 2015. El choque de planetas puede evitar el choque de trenes.

El apocalipsis del sábado me pilla sin preparar, como un examen sorpresa. A la gente que cree en Nibiru los encuentra con el examen de conciencia hecho y un neceser para el más allá. El planeta no existe pero para quienes creen en Nibiru es como si existiera aunque ni lo vean ni choque: está en la naturaleza humana creer en lo que no se ve y desear lo que no se tiene, al margen de la razón.

Si el sábado no sucede el apocalipsis de la Tierra habrá que prepararse para el referéndum de Cataluña, ilegal, sin garantías ni capacidad de impedir que se haga lo que se ha anunciado que se hará antes de preguntar. No es fácil estar preparado para algo así. Sin embargo, el gobierno de Nibiru está preparado para un ciberataque, eso que sufren los grandes estados y las pequeñas empresas. No hay mejor ataque que una ciberdefensa.

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