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El Consell debe aclararse

Conviene que los ciudadanos sepan que como consecuencia de la situación financiera de la Generalitat Valenciana, el mismo artículo 25 de la Ley General Presupuestaria (apoyada por la extinta CiU) que ha permitido la toma de control de las cuentas autonómicas de la Generalitat catalana, por parte del Gobierno central, es aplicable aquí. «La única diferencia es que el Consell de aquí no está gastando el dinero que no tiene en un referéndum ilegal. Pero entiendo tu preocupación».

La secretaria autonómica de Hacienda, Clara Ferrando, fue uno de los cargos del segundo escalón del Consell, adscritos a Compromís, que participaron en la manifestación contra la decisión del Tribunal Constitucional y las medidas judiciales habidas el pasado miércoles en Cataluña. La frase, que Levante-EMV puso en su boca -«La represión y el uso de la fuerza no vencerán más a la democracia»- me preocupó especialmente ya que ella, en sus horas de oficina, vela por el buen uso de los impuestos que los valencianos pagamos.

Naturalmente el espíritu nacionalista de la secretaria autonómica no rebaja en un ápice su probidad administrativa, pero es más difícil de entender su salida a la calle en defensa de sus colegas de la Conselleria de Cataluña. El número dos de Oriol Junqueras fue detenido (ella es la número dos de Vicent Soler) y el otro miembro del segundo escalón, afortunadamente no detenido, enviaron sobre las 12 de la mañana un documento al Banco Central Europeo de Mario Draghi, informando de que con la situación actual en Cataluña estaba en riesgo, nada más y nada menos que la estabilidad financiera de la eurozona. Según el político de ERC, «había que denunciar las consecuencias en el plano financiero que puede comportar la intervención de las cuentas de la Generalitat por parte del Estado, así como las detenciones llevadas a cabo esta mañana». Afortunadamente no hubo respuesta.

La reacción del número dos podría ser considerada como propia de los nervios del momento. Sin embargo no fue así ya que la directora general de Análisis Económico de la Generalitat Catalana, Natàlia Mas Guix. lo respaldó sin fisuras. Pere Aragonés es el hombre puesto por Junqueras para conseguir algún inversor extranjero para prestar a la Generalitat los 50.000 millones de euros que son necesarios para poner en marcha la República Catalana. Se sabe que Cataluña, a pesar de los decrementos que en su actual riqueza sufrirá, puede ser financieramente viable. Sin embargo, la transición solo es posible con una inyección que permita ponerla en marcha. Con el devenir del brexit todos hemos recordado que para poner en marcha un coche el motor trabaja mucho más que cuando tiene una cierta velocidad de crucero. He dicho que «todos», aunque no estoy seguro de que lo haya pensado una buena parte de los manifestantes de estos días. Las grandes manifestaciones en las calles producen grandes titulares mediáticos, pero no ponen en marcha ninguna máquina que produzca euros para mantener los niveles de vida de cada uno de ellos.

Confieso que siguiendo las sesiones del Parlament de este mes de septiembre, al observar la contundencia de los grupos independentistas, pensé el equipo Aragonés/ Junqueras había conseguido los 50.000 millones de euros vitales. Sin embargo, al saber del mensaje al BCE, comprendí que habían fracasado y que su acción era a la desesperada, intentando que la crisis financiera de la futura república se convirtiera en una crisis para toda la eurozona.

No es riguroso hacer ejercicios de futurología morbosa sobre lo que puede ocurrir a lo largo de la semana que hoy empezamos y que vamos a vivir con temor. Incluso con las elecciones alemanas de ayer, por fin consumadas, tengo algo más que intuiciones sobre la simpatía con que verían una nueva república aquellos grupos y potencias que simpatizan poco con la idea de una Europa razonablemente unida (Vladimir Putin, el entorno de Donald Trump, la estrategia de China...). Un agujero del tamaño que JxSi y la CUP pretenden es letal para el proyecto europeo al cual algunos nos agarramos todavía. No voy a pontificar sobre la democracia, pero como europeo sí voy a celebrar que los enemigos geopolíticos de la eurozona no se apunten un éxito gracias a lo que ocurra en Cataluña. Hay que ser moderado, pero no neutral.

Debo admitir que tengo un punto masoca, lo que explica que, con el objetivo de acudir cada lunes a esta columna de Levante-EMV, los viernes siga vía internet, desde tiempos de Francisco Camps, las ruedas de prensa posteriores al Consell. La del viernes pasado con Mónica Oltra de protagonista no tuvo precio. Se explayó con grandes circunloquios justificando la asistencia de varios miembros de Compromís a la concentración en rechazo a las detenciones del pasado miércoles: «la libertad de cada uno de manifestarse en un entorno pacífico», «unos acudieron para defender la democracia, y otros, para pedir la independencia», «el Consell ahí no tiene nada que decir», «ningún conseller estuvo»... Un periodista de raza, después de una hora en la que aparecieron las opiniones de la respetable madre de la vicepresidenta, le preguntó si la noticia que podía publicar podía ser «el Consell pide a Puigdemont que renuncie al referéndum del 1 de octubre». Con cara lúgubre asintió y todo terminó.

Volviendo a los altos cargos, que forman parte de un gobierno autonómico, quizás los ciudadanos sabríamos más de su coherencia, si alguno hubiera dimitido y así poder ir tranquilo a las próximas manifestaciones.

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