La pregunta de las últimas semanas es recurrente: ¿es ésta la peor temporada de huracanes de la historia reciente? ¿es debido al cambio climático? Para la comunicación sensacionalista la respuesta es obvia. Sobra la interrogación en ambos casos. Pero desde la ciencia estamos obligados a aportar argumentos que permitan confirmar o no dicha cuestión. No, esta no es la peor temporada de huracanes en el Atlántico norte de la historia. Según la base de datos de ciclones tropicales de la NOAA estadounidense el año 2005 sigue siendo el que batió todos los récords de desarrollo de tormentas tropicales (28) de las cuales 15 alcanzaron la categoría de huracán y de ellos 7 rebasaron el grado 3 de la escala de Saffir-Simpson, esto es, desarrollaron vientos superiores a 180 km/h de forma sostenida. La temporada de 2017, a pesar de haber registrado 3 grandes huracanes (Harvey, Irma y Maria) que han ocasionado numerosas victimas mortales y cuantiosísimos daños económicos, está dentro de la normalidad, de la media de estructuras ciclónicas tropicales en esta parte del mundo. De momento se han registrado 13 tormentas tropicales, 7 de ellas han alcanzado la categoría de huracán, de los cuales 4 han resultado muy destructivos. 2017 por tanto es un año normal de huracanes en el Atlántico norte. Lo que ocurre es que sucede a dos temporadas anteriores, 2015 y 2016, que fueron poco activas debido al efecto del fenómeno intenso de El Niño que impide la génesis normal de este tipo de maquinas meteorológicas en el Atlántico norte. A la segunda pregunta todavía no puede darse una respuesta concluyente. Se señala que el Caribe está muy cálido y ello ha favorecido la formación de tantos huracanes. Pero lo cierto es que el Caribe mantiene una tendencia de calentamiento desde hace dos décadas, en las que se han sucedido años muy ciclónicos y años poco ciclónicos. Hay otro factor, para mí más importante incluso. Hay una tendencia creciente al desarrollo de ciclones tropicales en el Atlántico norte desde 1995, debido a que se inició entonces una fase positiva de la Oscilación Multidecadal del Atlántico Norte. Esto supone caldeamiento de aguas en el sector tropical del Atlántico, incluido el Caribe. Aquí está la clave del incremento de huracanes en esta parte del mundo. Nos quedan por tanto diez años más de huracanes numerosos en el Atlántico Norte. Si cuando acabe esta fase cálida, los huracanes siguen desarrollándose con alta frecuencia, entonces, como ocurre con el binomio menor actividad solar actual pero aumento constante de la temperatura terrestre, podremos confirmar que el calentamiento térmico planetario está incidiendo en su génesis e intensidad. Pero hasta entonces resulta imprudente poderlo afirmar.