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La Russafa de Iñúrria

Lo tenía sobre la mesa de trabajo pero, por fin, le hinqué el diente después de apartar otras tareas que se van apilando por culpa de la peor de las indolencias: la dispersión de tareas. Víctor Iñúrria, arquitecto y profesor de su disciplina, ha publicado Manducare, un título que es verbo latino -preciso aclararlo en estos tiempos- que significa comer. Comer en Russafa y en los años cuarenta, patria idílica del autor, aunque la rodeasen las tinieblas de postguerra y la amenaza del hambre. No hay cocinero más inspirado que la gana bien despierta. Manducare es un recetario en verso. Cuadros evocadores con perolas y sartenes como excusa y el recuerdo, por siempre vivo, de aquellas madres y abuelas en las que nutrición y amor se podían separar tanto como las dos caras de un folio.

No sé que lleva a un arquitecto y profesor de la materia, que ha firmado doctas monografías, a mostrarse tan malalt d´enyor, sí, enfermo de añoranza de aquellos manteles y tovallons tan blancos como los corporales de decir misa. Eclipsado por el postureo de la cocina superpija que se come con el meñique estirado, el contenido reprimido de la cocina lenta y maternal aflora, mezcla memoria y deseo en el cruel abril, con las recias tapas populares del capellanet torrat y el polp sec. El huevo frito es recibido con honores principescos: «Una corona de randa/ va naixent al seu redor,/ corona digna de reina,/ amb sa bruna esplendor».

La intendencia de los entrepanes para el colegio o las tareas del campo, tienen presencia notable, claro: la pataqueta de atún con olivas, al que llamábamos «bocata President» en los felices y mentirosos 80 porque era el preferido de Joan Lerma. Sorprende la cantidad de preparaciones que llevan el apellido «de pobre». La «sobrasada de pobre» no tenía ni la sombra del galufo de modo que se podría vender en las carnicerías halal de la muy cambiada, transnacional y pinturera Russafa de estos días y, sobre todo, noches. Una Russafa perdida, huertana con injertos de marina y albufera: «Ai!, cadiretes de bova/ Ai! tauleta i panera/ Ai! barral i tovallons/ Ai! somriure de Na Rosa,/ sou mos millors records».

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