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La difícil facilidad

Es la primera idea que surge: la difícil facilidad de Miquel Suay para vestir al hombre de hoy, atinando con el utópico punto medio, que no mediano, porque hace mucho que él está muy por encima de la medianía. Y sobresale ahora en una opción personalísima que, siendo viva actualidad, estima y transita los caudales de un fecundo pasado. O cómo ser muy moderno bebiendo esencial del siglo XV. Si, como decía Yves Saint Laurent, «la moda no e sun arte pero necesita artistas». Suay es un ejemplo evidente. Lo demuestra poniendo en práctica uno de los estímulos que han movido a tantos creadores: nutrirse de las vivencias de la infancia y adolescencia. En su caso, marcadas por la Xàtiva natal y la Gandia veraniega. En ambas poblaciones los rastros de la familia Borgia o Borja han dejado huellas. Y a esa sugestión, incrementada por el deseo de subrayar el poderoso aliento renacentista de aquellos valencianos universales se enmarca la inspirada tarea de Suay en toda una interpretación rica de contenido y forma. La evolución que supuso la llegada al pontificio de Calixto III y Alejandro VI, dos españoles y sus descendientes César y Lucrecia, frente a la preponderancia de las estirpes italianas, es un foco memorable que, al plasmarlo en prendas masculinas, genera un nuevo estilo de enorme potencia expresiva. Abrir el desfile con una pequeña cabalgata de banderines y pendones inspirada en los fastos de la coronación de Alejandro VI era ya una declaración de intenciones. Que persisten y se diversifican. Suay ha recogido las esculturas de los Borgia que realizó Manolo Boix, bordándolas en la espalda de impecables gabardinas. El escudo de armas borgiano campea en algunos bolsillos, mientras las alusiones gráficas (el toro emblemático, los nombres de Xàtiva y Gandia) esmaltan un ribete o galón que ladea pantalones y recorre otras piezas. Son impactantes las camisetas impresas con las simbólicas llaves de San Pedro y detalles alegóricos que utilizan el tul sobre el tejido de elastán, logrando un efecto bidimensional.

Una visita a Florencia bajo la lluvia que hace brillar los coloridos mármoles de Santa Maria del Fiore empapa también la visión poética de Miquel Suay, reflejada en rayas y dibujos geométricos. Las sombras de Leonardo, Pinturucchio y otros grandes artistas a los que alcanzó el mecenazgo borgiano parecen velar por una elegancia arrogante, de ajustados perfiles, basada en la línea sartorial italiana, que Suay individualiza con sus proverbiales «hombros pagoda», suprimiendo las mangas de algunas chaquetas para dejar asomar las bien cortadas camisas. Y la sorpresa de una modelo negra, de corto cabello rubio, añadiendo picante aliño a una colección que se prevé presentar también en Xàtiva, la otra ciudad borgiana, en febrero próximo.

Y Miquel Suay, aclamado y felicitado, no se detiene. «Mientras sea feliz con lo que hago, seguiré adelante», es su resuelta afirmación.

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