Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Puigdemont da jaque al Rey

Un día exacto después de que Felipe VI cargara contra Cataluña —"King censures Catalonia", titular del ultraliberal Financial Times—, el president de la Generalitat se invistió de David frente a Goliat para darle el jaque al rey. Frente a una áspera intervención del jefe de Estado que calcaba el argumentario del PP, Puigdemont desgranó una prosa senequista, aderezada por la ironía que tomó prestada del novelista barcelonés Eduardo Mendoza.

Los excesos policiales, que el domingo conmovieron al mundo y lesionaron la imagen de España, dominaban el discurso de Puigdemont desde la primera línea. De ahí que abriera su intervención evocando «los días cargados de emociones». Más adelante reprochó al monarca que no dedicara ni un recuerdo a los ciudadanos españoles heridos en las cargas del referéndum.

Puigdemont no es rival para un rey, pero el jefe de Estado lo enalteció a la condición de interlocutor. Cometió el error de denigrar ­a una porción significativa de sus súbditos, ubicándolos además geográficamente. Puigdemont acusó las invectivas, llamó al teléfono de aludidos y devolvió la bofetada regia. O por inscribirse en el lenguaje de conflagración bélica que empapela la actualidad, retornó el golpe. Dado que se ha impuesto la lógica testicular, Felipe VI olvidó la recomendación maquiavélica. No critiques a un inferior, suprímelo.

La valoración del enfrentamiento resulta más brusca que la realidad, porque Puigdemont acertó al introducir un tono distante. Escogió el traje de comerciante catalán, al borde del Sazatornil de La escopeta nacional que desea venderle porteros automáticos al ministro. Una vez instalado en el pragmatismo, asestó el mandoble de recordarle al rey que la mitad de catalanes a quienes ignoró también contribuyen económicamente a costear la Corona.

No fue el parlamento de un independentista. Al contrario, a Puigdemont solo le faltó proponerse como mediador. Respondió a una soflama regia, que jamás hubiera pronunciado Juan Carlos de Borbón, con la melodía de catalanizar España que Jordi Pujol dominaba a la perfección.

En tres días se han manifestado el desaparecido Rajoy, Pedro Sánchez, Felipe VI y Puigdemont, que se ha burlado de todos ellos y hasta de sus separatistas más crispados. El mago del suspense ni siquiera se refirió a la declaración de independencia. El final abrupto de su intervención remitió a un recurso habitual en el cine contemporáneo, por última vez en La cordillera con Ricardo Darín en el papel de presidente. Cuidado con los hombres normales.

Compartir el artículo

stats