«"Veig el delicte sens condemna,/l´ofensa sens defensa, el dol pujant/costeres sens tristures, i l´angoixa,/asclar-se contra el tràfec terrenal». Matilde Llòria («Altíssim Regne», 1960).

En estos tiempos de enseñas y cánticos, que tanto miedo dan, el País Valenciano sigue sin rumbo y con heridas abiertas. Los políticos se caracterizan por dejar los conflictos a medias y mirar hacia otra parte. El IVO llegó al acuerdo que nadie sabe en qué consiste. Salen las cosas a la luz, o se denuncian en las Corts y todo sigue igual. ¿Nadie va a exigir control, fiscalización, información, claridad y coherencia? El Consell Jurídic Consultiu, de dudosa idoneidad, lleva más de dos años manejado por fuerzas adversas a los gobiernos del cambio. Las entidades económico-empresariales no consiguen cumplir con su misión sin recurrir al dinero público del que viven y al que reprueban. El ferroviario corredor mediterráneo que, de tanto nombrarlo, nadie sabe para qué sirve. Seguirá siendo una quimera mientras no se resuelva la insurrección catalana. «De Tarragona hacia arriba está estupendo y funcionando. El problema está de Tarragona para abajo. El problema lo tenemos nosotros», en expresión de Vicente Boluda.

Retos. Los valencianos afrontan retos notables. La renovación del concierto del Instituto Valenciano de Oncología con la sanidad pública. La remodelación del Consell Jurídic Consultiu se mueve entre la presidencia de la constitucionalista Margarita Soler— una mujer en la cúspide-, apoyada por el PSOE y la incorporación del catedrático de Derecho Penal Joan Carles Carbonell, propuesto por Podemos. Esperanza blanca en un organismo, cuyos dictámenes, casi nunca vinculantes, se han emitido y filtrado para amedrentar a la conselleria de Economia difundiendo falsedades. Las Cámaras de Comercio, cuyas elecciones han iniciado su proceso de acuerdo con la Ley Autonómica que el Consell de Ximo Puig ha sido incapaz de transformar en más empresarial, equitativa y transparente. Hasta 17 miembros de los plenos podrán comprar sus puestos de representación mediante una puja al alza a partir de 6.000 euros. Mercadona y Bankia tienen reservado el suyo. La democracia se resiente. Las viejas y dignas Cámaras de Comercio de antaño han muerto. Vamos hacia una componenda sesgada con escasa credibilidad para los empresarios. Las organizaciones empresariales, siguen sin explicar su proyecto e incapaces de enderezar su cohesión y la implantación autonómica. Las patronales—igual que UGT, CC.OO -- están subvencionadas en los presupuestos de la Generalitat. Las patronales son del libre mercado y quieren ser independientes. La libertad tiene precio.

«Germanor». El president Ximo Puig, ha intentado responder a la expectación en el inicio del curso político. Se estrenó con dos comparecencias significadas. Su intervención, con inusitada afluencia de oyentes, en la tribuna mediterránea del Fórum Europa, fue al día siguiente de la batalla campal del referéndum de Catalunya. Un error. La agenda presidencial de la Generalitat prosiguió el 3 de octubre, en las instalaciones de Ifema en Madrid. La convocatoria, a cargo de AVE, se hizo a bombo y platillo, aunque con escasa repercusión fuera de las fronteras autonómicas. Juan Roig y Boluda con el ministro en el centro y el Molt Honorable a un lado. Numerosos asistentes se congregaron en la Feria de Madrid, a mayor honor y gloria del ministro de moda, titular de la cartera de Fomento, Íñigo de la Serna—gente educada, como reconoce Ximo Puig-. Entre el público una nutrida representación de empresarios catalanes (Cercle d´Economia, Foment del Treball Nacional, Enric Juliana, J.J.Bruguera de Colonial) a los que se dirigió un sentido agradecimiento como «estimats germans catalans».

Sin abusar. Ximo Puig en su intervención programática del día 2 habló de las consecuencias de la recentralización por parte del Estado, el deseado nuevo modelo de financiación, cada día más lejano y la reivindicación de inversiones suficientes para el País Valenciano. Nada novedoso ante el gran movimiento de masas aplazado al 18 de noviembre, que discurrirá por las calles de València. Puig tuvo un ramalazo humorístico cuando se mostró partidario de órganos de deliberación territorial en España, donde nunca más la Administración central se reserve el 51% para poder hacer lo que le da la gana sin respetar a nadie. Marca las reglas del juego y cuando no le gusta rompe la baraja. Como Puigdemont. De ahí la desafección de los dirigentes autonómicos.

En el fragor de la contienda entre Catalunya y el gobierno Rajoy, los valencianos han de seguir firmes en sus objetivos. Si Catalunya pierde, la Comunitat Valenciana, resulta perjudicada. Las exigencias y reivindicaciones tienen idéntico punto de partida. Aquí no hay caldo de cultivo para la insurgencia, pero el síndrome de la rebeldía puede ser contagioso. Miren a Murcia. De momento tenemos conceptos. La España circular de Juan Roig o la España policéntrica de Ximo Puig: un espacio donde sea posible convivir entre diferentes. Con respeto y dignidad, por favor.