El día 3 de octubre tuvo lugar en Madrid, en el recinto ferial de Ifema, el acto central de la campaña reivindicativa del Corredor Mediterráneo impulsada por la Asociación Valenciana de Empresarios. En este acto, con una asistencia de cerca de 1.500 empresarios y la máxima representación empresarial de toda España, así como una presencia pública, tanto nacional como autonómica, del máximo nivel, se ha escenificado la relevancia para la economía española del Corredor Mediterráneo y el nutrido y robusto apoyo al proyecto por parte del mundo empresarial nacional. Es decir, el núcleo central del empresariado de un espacio que representa más del 40 % del PIB nacional y más del 50 % de las exportaciones españolas.

Se trata de la culminación de la sucesión de actos que AVE ha venido desarrollando en distintas ciudades (Tarragona, Murcia, Almería) por donde tiene que discurrir el Corredor Mediterráneo con objeto de movilizar al empresariado y concienciar a la sociedad del Arco Mediterráneo Español del papel y relevancia de esta infraestructura para nuestro desarrollo futuro. Una movilización y una acción de comunicación que la inercia del Gobierno de Madrid y las falsas promesas y retrasos injustificables del Ministerio de Fomento han obligado a llevar a cabo. Pero lo más importante es que la reivindicación ha calado hondo en la conciencia del empresariado de todo el país, que la ha hecho suya.

El Corredor Mediterráneo constituye un instrumento fundamental de la política económica de crecimiento, progreso y cambio de modelo productivo que el país necesita, así como un elemento central de vertebración de la Unión Europea, como lo demuestra su inclusión en la red básica de los ferrocarriles europeos. Un instrumento que el gobierno de España no ha querido activar hasta ahora.

Las razones principales que avalan la preocupación y el compromiso del empresariado con el Corredor Mediterráneo para el transporte de mercancías en ancho europeo son las siguientes:

1) El Corredor constituye un modo de transporte fundamental para el acceso directo y sin interferencias a los principales mercados de la producción del Arco Mediterráneo. Especialmente porque descongestionará el tráfico por carretera y agilizará el acceso de nuestras mercancías al mercado europeo.

2) El tráfico ferroviario en ancho europeo abaratará el coste promedio de transporte en unos 6 céntimos por kilo.

3) Reducirá significativamente el impacto medioambiental del tráfico de mercancías, lo que hace de él un instrumento de lucha contra el cambio climático y de mejora de la imagen de nuestra producción y nuestros productores en un mercado cada vez más sensibilizado ambientalmente.

4) La consecuencia de lo anterior es una significativa mejora de la competitividad de nuestra producción. De ahí que los retrasos en la ejecución del Corredor empeoren nuestra posición competitiva, poniendo en serio riesgo el empleo y afectando a los colectivos más vulnerables, como los agricultores y muchos trabajadores industriales.

5) La pronta implantación del Corredor Mediterráneo no sólo elimina los anteriores riesgos, sino que sienta las bases de un cambio de modelo de desarrollo al permitir que los puertos del Mediterráneo español se conviertan en punto de paso del flujo de mercancías que circulan entre Asia y Europa. El resultado será el incremento de la actividad logística y terciaria y la atracción de nuevas actividades de mayor valor añadido, con lo que el potencial de crecimiento y creación de empleo del país aumentará y se impulsará el tan necesario cambio de modelo productivo.

Como ya he puesto de relieve en anteriores escritos, por fortuna se está dando un cambio cualitativo importante en la concepción, actitud y comportamiento del Ministerio de Fomento desde la llegada del ministro Íñigo de la Serna. Este cambio de concepción y disposición se ha visto reafirmado en el acto de Madrid. El actual ministro y su equipo sí parecen haber entendido la trascendencia económica y social de esta infraestructura y su valor estratégico para la economía española, comprometiéndose firme y públicamente, lo que permite albergar esperanzas de un giro significativo en la actuación del Gobierno de España.

Pero además de la comprensión de los responsables públicos y de buenas razones, para que lo necesario se haga realidad, en política es imprescindible contar con capacidad de presión e influencia. El acto de Madrid pone de relieve que no sólo existe inquietud en el mundo empresarial español respecto al retraso en la ejecución del Corredor, sino que se ha creado una robusta corriente de opinión y un posicionamiento serio en defensa del proyecto por parte de quienes no sólo conocen lo que la economía necesita para seguir funcionando, sino que son los principales responsables de crear empleo y riqueza. El Gobierno de España no puede hacer oídos sordos a tan contundentes razones.