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Pla premonitorio

Josep Pla encierra en sí mismo la sabiduría catalana: de Palafrugell, su rincón ampurdanés, al mundo, y de nuevo a su rústico refugio Mas Plaataviado con su boina engañosa, simulacro para esconder su cosmopolitismo de viajes por Europa, Próximo Oriente, los Estados Unidos y América del Sur. Periodista, espía y escritor más leído de Cataluña, también de referencia en castellano. Destino reunió en los noventa su larga conversación con Joaquín Soler Serrano, director del mítico A fondo. Dicho libro - Conversaciones con Josep Pla- es todo un arcano sobre el modo de ser catalán en sus múltiples vertientes: el autor desgrana con sinceridad y fatalismo, otras veces con ironía, la manera con la que afrontan sus paisanos la adversidad y cuál es su valor diferencial. La obra no tiene desperdicio. Hay aspectos que adquieren un vigor inusitado a la vista de los acontecimientos independentistas. No me resisto a reproducir una de sus respuestas a Soler: "Nuestra historia es tremenda. Todo el mundo ha tenido aquí la vida interrumpida por cuestiones políticas. El hombre que ha empezado una cosa no ha podido terminarla jamás. Porque la historia se lo ha impedido. Las invasiones, las banderías y la falta de sistema de las cosas civiles... Vamos a esperar que un día próximo, con el país construido y una enorme paz por delante, el catalán pueda realizarse por entero". En estos momentos de tensión, de fuerzas brutas en competición, resulta toda una delicia recorrer con Pla la cocina catalana. Hace un canto placentero al protagonismo de la alubia blanca con butifarra, y en la cuestión del vino se declara universal más que terruñero: a por los franceses, alemanes y de Anjou. En una franja horaria de odios, las palabras de este escritor catalán y del mundo contienen un poder extraordinario. "Y cada vez que la autoridad deja el bastón en la calle se producen destrucciones fatales", afirma.

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