Este año afrontamos un 9 d´Octubre singular por diversas razones. La primera de ellas la observamos cada minuto en los medios de comunicación, con un sinfín de declaraciones y reprobaciones focalizadas en Cataluña, autonomía vecina de la Comunidad Valenciana y con la que mantenemos numerosos lazos económicos e históricos. Lo que ocurre en esa comunidad afecta al conjunto de España y, en particular, a la nuestra por esa cercanía.

La segunda razón de peso que marca esa singularidad a la que aludíamos de este 9 d´Octubre la constituye la creciente y justa reivindicación de la financiación que, por su número de habitantes, corresponde a la Comunidad Valenciana. La insuficiencia de recursos se ha convertido en un mal endémico que lastra su desarrollo. No ha existido ni la sensibilidad ni la ecuanimidad por parte de los diferentes gobiernos estatales para solventar esa infrafinanciación y aportar a nuestra autonomía simplemente lo que le toca. Ni más ni menos.

La pasada semana la Asociación Valenciana de Empresarios convocó un importante acto reivindicativo en Madrid simplemente (que no es poco) para mostrar el malestar que existe entre los valencianos por esa incorrecta financiación que, en la práctica, supone que los ciudadanos de la Comunidad Valenciana dispongan de menos recursos para sanidad, educación, bienestar social, o de menos inversiones en carreteras, trenes y otras infraestructuras básicas.

CSI·F viene, desde hace años, reclamando esa equidad. También insiste en la necesidad de que los dirigentes políticos aglutinen al máximo número de agentes sociales alrededor de esa exigencia. Porque la unidad resulta básica. De lo contrario, la protesta podría entenderse como un ariete más en la pugna que mantienen los diferentes partidos políticos por arremeter contra el rival.

El problema de la infrafinanciación debe situarse por encima de cualquier interés partidista. No se trata de aportar munición a unos u a otros. El objetivo consiste en revisar el sistema de financiación para que cada cual reciba aquello que en justicia le corresponda. Por encima, desde luego, del color político del gobierno estatal o autonómico de turno. Esta reivindicación no es política. O no debería de serlo. Ni ideológica. Simplemente, de justicia social. De equidad.

Además, este 9 d´Octubre nos ha de servir para mostrar y reivindicar los valores valencianos, el carácter pacífico y emprendedor que caracteriza a los habitantes de la Comunidad Valenciana. Igualmente, para exhibir la defensa de nuestras raíces, de nuestra historia, de nuestra identidad, siempre enlazado con un respeto a la Constitución y con un sentimiento de pertenencia a una nación, a España.

Del mismo modo, nos debe ayudar a reflexionar. A abordar aquellas cuestiones en las que podemos y debemos mejorar. A buscar siempre la vía del consenso y el bien común en asuntos básicos como el sistema educativo o la asistencia sanitaria. De rechazar imposiciones ancladas en supuestos argumentos ideológicos que, en la práctica, suponen un freno para la modernización de la Comunidad Valenciana y agrietan la convivencia de los valencianos.

En definitiva, este 9 d´Octubre constituye una ocasión perfecta para corroborar ese ´trellat´ al que tanto nos gusta apelar. Ese sentido común que nos guía y que nos ha permitido superar tragos amargos y circunstancias durísimas. Esa capacidad para afrontar la adversidad y para caminar por la senda del progreso y el bienestar.