El pasado mes de julio la pediatra de un centro de salud de un barrio de Valencia atendió a una niña de tan sólo dos años de edad que había sufrido mutilación genital femenina. Las abuelas de la pequeña la sometieron a esta práctica en su país de origen, Malí, antes de que viniera a nuestro país, donde estaban residiendo sus padres. La noticia ha saltado a la luz esta semana con la imputación judicial de los mismos, que no han querido acudir con la niña al hospital para revertir la mutilación.

Puede parecer un caso aislado, pero la realidad es muy diferente: en todo el mundo hay 200 millones de mujeres y niñas a las que se les ha practicado la mutilación genital femenina, según datos de Naciones Unidas, y la mitad de estas residen en tan solo tres países: Etiopía, Egipto e Indonesia. Además, se estima que 44 millones de niñas menores de 14 años han sido víctimas de esta agresión.

Esta práctica, que afecta cada año a más de 3 millones de niñas y que responde a un conjunto de factores culturales, religiosos, sociales y comunitarios, supone una grave violación de los derechos de las niñas y mujeres de todo el mundo, por lo que desde Save the Children la consideramos una forma extrema de violencia hacia las mismas.

La mutilación genital femenina es una operación que se realizada sin las mínimas condiciones higiénicas y con cuchillas u otros instrumentos cortantes sin esterilizar, sin ningún tipo de anestesia o sólo con pastillas para paliar el dolor. Además, puede tener importantes consecuencias físicas inmediatas, como hemorragias, infecciones o tétanos; y permanentes, como pueden ser dificultades a la hora de orinar, infecciones crónicas, infertilidad, fuertes dolores durante las relaciones sexuales, dificultades en el embarazo y en el parto y un mayor riesgo de muerte de recién nacidos. A todo ello hay que sumar otra grave consecuencia, y es que supone una experiencia realmente traumática para todas las niñas.

Para Save the Children es inadmisible que millones de niñas sufran este tipo de práctica en contra de su voluntad, ya que no solo supone un gran trauma físico y psicológico, sino que también produce consecuencias para la salud de por vida y las niñas corren el riesgo de quedar expuestas al abandono escolar y al matrimonio forzoso.

Por ello, trabajamos desde hace más de 25 años en Etiopía, Senegal, Sierra Leona, Malí, Gambia y Guinea, donde a pesar de que se ha reducido en los últimos años el porcentaje de niñas y mujeres afectadas por esta práctica, la mutilación genital femenina está profundamente arraigada. También trabajamos en España con la población migrante procedente de estos países, considerada de riesgo. Uno de nuestros objetivos a nivel global es sensibilizar a los practicantes de mutilaciones, líderes religiosos y políticos sobre el impacto de esta práctica en la salud y el bienestar psicológico de las niñas. Además, proporcionamos asesoramiento psicosocial a las víctimas y ofrecemos una serie de actividades como el acceso a información sexual y reproductiva, servicios, educación y talleres sobre empleo.

Así, desde Save the Children valoramos muy positivamente el protocolo de actuación sanitaria ante la mutilación genital femenina que realizó el pasado año la Conselleria de Sanidad y Salud Pública, en el que se incluye la cirugía reconstructiva y la atención psicológica y sexual, pero consideramos que todavía queda mucho trabajo por hacer en materia de prevención y sensibilización contra esta práctica tan dañina que afecta a millones de niñas y mujeres en todo el mundo.

Las defensas de las prácticas tradicionales, de la cultura propia o las costumbres no pueden en ningún caso la violación de los derechos de los niños, y especialmente para las niñas que sufren una práctica tan terrible como es la ablación.