Cuando estas líneas vean la luz ya se habrá celebrado el Día de las Fuerzas Armadas, espero que felizmente, yo no he hecho la mili pero tengo tan mala leche como el que más, lo que pongo en conocimiento de usía por si ello redundara en bien de la patria. Antes, este día estaba aparentemente desarmado, aunque la sensación era falsa. Día de la Hispanidad tiene connotaciones imperiales y mucho más feas si el imperio no se ha conservado, no se ha sabido convertir en otra cosa, como la Commonwealth, y hemos dejado una descendencia algo caótica y descolocada: políticamente hablando. Al menos, los franceses celebran el asalto a la Bastilla como el arranque de una nación, pero nuestra historia funciona como nuestra cocina: con reaprovechos, restauraciones, croquetas y almóndigas según receta de la RAE.
Eso sí, seguimos siendo grandes productores mundiales de vinos y blasfemias ¿Por qué? Porque es donde más falta hacen unos y otras. Sigo. No sé por qué tengo la sensación de que las camadas negras que el otro día cargaron contra la manifestación del 9 d´octubre quedarán impunes: ya les pasó antes y durante los muchos años en los que pudieron vapulear al personal, poner bombas o insalivar a los electos sin consecuencia penales o gubernativas. El eterno regüeldo. A ver si el delegado del Gobierno, señor Moragues, me da una alegría.
Yo era más de la fiesta de la Pilarica y hasta salí en la procesión de la Benemérita vestido de apóstol. Argucias: mi verdadero interés estaba en las niñas morenazas y meridionales que veía correr como un trallazo de sombra fresca en el patio del cuartel. A todo eso proliferan en el wasap las gracias y chistecitos que indican que el señor Puigdemont se ha cagado. Les recuerdo a esos legionarios de boquilla que valiente es el que gobierna su miedo, que la prudencia nunca esta de más y que hay en el PP un bocazas que anda proclamando que Cataluña nunca fue estado independiente lo que además de incierto, es peligroso: tampoco lo fue Cuba, pero lo arregló en 1898, ya hace tiempo de eso.
