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Qualsevol nit pot sortir el sol

Debemos reflexionar con urgencia sobre el modelo de sociedad que estamos construyendo porque nos está saliendo una con un espíritu de posguerra, de revanchismo, de señalar con el dedo, que es incompatible con la libertad y la democracia.

Llevo unos días muy jodido. No es para menos. Solo hay una cosa peor que no entender a tu propio país y es llegar a avergonzarte de él. Y eso es muy jodido porque va más allá de la dudosa calidad de la clase política. Tiene que ver con nosotros mismos, con los ciudadanos, con nuestra responsabilidad en la construcción, o destrucción, de una sociedad moderna, democrática y libre.

Podemos exculparnos en los mensajes sectarios de los políticos, en la degradación de la vida civil por culpa de la crisis, de las desigualdades y de la corrupción. Pero será un error creer que la responsabilidad siempre recae en el otro. Nosotros, los ciudadanos, como parte activa de la sociedad civil, somos los máximos responsables del tipo de convivencia que construimos en nuestras calles y barrios. Si, como sociedad, nos comprometemos con el desprecio, con el enfrentamiento, nos envilecemos. Y una sociedad envilecida, además de peligrosa, es inútil.

No somos más libres por poder atacar a quien piensa diferente. Cuando en una sociedad hay personas que temen expresar que creen en el derecho de autodeterminación, que votan al PP o que comen carne, esa sociedad tiene un serio problema de madurez democrática. Ver lo que le está sucediendo a Isabel Coixet en Catalunya o a Gerard Piqué en el resto del territorio nacional, me avergüenza y me preocupa en porcentajes similares.

Hay quien ya ha despojado a las palabras de su significado, que es lo primero que hace el ideólogo del pensamiento único. Hay quien emplea "democracia" o "libertad" como quién pronuncia "frambuesa" o "legaña". Ahora, el insulto de moda es "fascista". Todo es fascismo. ¿Qué no te gusta que ponga la música a todo volumen a las tres de la madrugada? Fascista. ¿Qué me llevas la contraria? Fascista. La mejor manera de banalizar un pensamiento atroz y convertirlo en algo corriente; de infravalorarlo para que pueda volver a tener representación parlamentaria. Soy español y mallorquín porque nací en España y en Palma. Eso pone en mi documento nacional de identidad. Ni me gusta ni me disgusta. No cuestiono lo inevitable, como no me planteo la inmortalidad. Pero si sentirse español es tener la necesidad de colgar la bandera en el balcón de tu casa, lucirla como si fuese una capa -para mí que algunos se han creído que les otorga superpoderes-, si es una idea puramente territorial, si es pensar que no eres nada más allá de tus límites geográficos, yo no me siento español.Como escribió Federico García Lorca, procuro alejarme del que es "español por ser español nada más". Ahí podríamos añadir cualquier sentimiento nacionalista que yo, por suerte, jamás he sentido. Nunca entendí ese lema en la fachada de los cuarteles. "Todo por la patria". ¿Perdona? A James Franco todavía pero a la patria, ni hablar. "El chino bueno está más cerca de mí que el español malo", escribió Lorca. Y en esa frase pretendo recostarme hasta que vuelva a salir el sol.

Debemos reflexionar con urgencia sobre el modelo de sociedad que estamos construyendo. Una sociedad con espíritu de posguerra, con rencillas y revanchismos, con listas negras, señalando con el dedo, valorando al que quema puentes en lugar de tenderlos, es incompatible con la libertad y la democracia.

Me gusta ver un pueblo en el que convive la identidad propia con la cultura popular más universal. Ahí está el grueso de la sociedad. Luego están los del pensamiento único. Los de "Piqué, cabrón, España es tu nación" y los que llaman fascista a Coixet o Serrat. Siempre ha sido una minoría violenta la que ha sometido a una mayoría atemorizada. Aprendamos de la historia, coño. Hubo un tiempo, como cantaba Sisa, en el que todos eran bienvenidos, ya fuese Blancanieves, el caganer, la Monyos o Supermán. Hubo un tiempo en el que mi casa era tu casa (si es que había casas de alguien). Hubo un tiempo en el que había sitio para todos porque éramos capaces de conseguir que cualquier noche saliese el sol.

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