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La "vía eslovena" que esgrime Puigdemont no cuadra: Cataluña carece de ejército

"Los eslovenos declararon la independencia y la suspendieron, pero luego vino una guerra; la 'vía croata' fue una degollina", remarca Xacobe Bastida

¿Ha escogido Puigdemont la vía eslovena a la independencia? Aparentemente, como la del pequeño país balcánico, la catalana es una declaración de independencia en diferido, pero ahí se agotan los aspectos comparables, según cree el profesor de Filosofía del Derecho Xacobe Bastida, que se ha distinguido por sus opiniones favorables al derecho de autodeterminación y el confederalismo. Recapitulemos. Eslovenia celebró en 1990 un referéndum sin el reconocimiento de Belgrado ni de la comunidad internacional. El parlamento esloveno declaró la independencia el 25 de junio de 1991, dos días después de que Europa y Estados Unidos remarcasen que no la reconocerían. El Ejército yugoslavo atacó a la nueva república, que suspendió por seis meses la independencia. Lo que se desarrolló entonces fue una corta guerra en la que el Ejército yugoslavo salió escaldado. Diez días después de la suspensión y tras varias decenas de muertos, Eslovenia hizo efectiva la independencia y entonces la reconocieron los americanos y los alemanes.

"La declaración de independencia no se hizo efectiva en Eslovenia, pero el siguiente paso fue una guerra. Solo a nivel metafórico se puede aceptar que el catalán y el esloveno son procesos similares. Eslovenia era un país con una cierta fuerza armada, contaba con un Ejército territorial. Cataluña carece de Ejército. A los Mossos d´Esquadra no se les puede considerar una fuerza militar. La actual situación catalana no puede compararse siquiera con la situación de 1934, cuando en Cataluña se armó a la población", indica Xacobe Bastida.

Una fuerza eslovena, pequeña, pero aguerrida, se hizo con los cuarteles y los arsenales, y tomó los puestos fronterizos. Los manifestantes, y una invencible armada de camioneros, impidieron que los tanques del Ejército yugoslavo pudiesen alcanzar con facilidad el territorio esloveno. El jefe de las fuerzas yugoslavas arrojó la toalla tras observar cómo los eslovenos lograban derribar un helicóptero. A Milosevic tampoco le importó mucho perder Eslovenia, muy homogénea étnicamente, con apenas unos pocos serbios.

Croacia fue otra cosa, más compleja y sangrienta. "La vía croata fue el enfrentamiento directo entre dos ejércitos y fue una degollina", describe Xacobe Bastida. Los nacionalistas de Franjo Tudjman ganaron las elecciones, los serbios -una minoría apreciable- boicotearon el parlamento y tomaron el control del territorio donde eran mayoritarios, especialmente en la Krajina. Primero fue la guerra de los bloqueos de la carretera. Más tarde el intento de la Policía de tomar los pueblos dominados por las milicias. El 19 de mayo de 1991, las autoridades croatas celebraron un referéndum de autodeterminación, que ganaron los partidarios de la independencia. Urgidos por la Unión Europea, los croatas también declararon una moratoria de tres meses. Al final de la misma, con la guerra ya generalizada, se hizo efectiva la independencia. El resultado final fueron más de 20.000 muertos.

Nada de esto tiene que ver con España y Cataluña, para Xacobe Bastida, quien dice estar reponiéndose "del susto" del martes. "Pensé que iban a hacerlo de manera más directa", confiesa. "Es impensable que pueda llegar a plantearse un referéndum con la anuencia del Estado. Es una vía muerta. Quedaba intentar la vía directa, la vía de hecho, una demostración de fuerza. Pero les ha faltado valor", describe el profesor. Las vías muertas se acumulan. "Es imposible que una reforma federal pueda colmar las aspiraciones de los independentistas, porque en ningún caso esa reforma dejaría la posibilidad de un referéndum de autodeterminación. Esa propuesta de reforma llega tarde. No va a ser posible una reforma del artículo 2 de la Constitución", explica.

La única solución, cree Bastida, "es un referéndum pactado. Se pueden poner unas determinadas agravaciones. La independencia es una cuestión grave, por lo que sería exigible que se estableciese el límite de una mayoría reforzada, y otras cuestiones como qué hacer en caso de que una provincia vote en contra de la independencia mayoritariamente", añade. Pero no se hace muchas ilusiones. "Los políticos siguen la línea dura de los partidos, y los actores internacionales no están por la labor. Ahí está Macron. Todo el mundo tiene su gallinero. La única presión que haría cambiar al PP sería del exterior, y eso es imposible", cree.

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