El pasado mes de abril, en aplicación del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición que se recoge en los Acuerdos de Paz firmados en 2016 entre el Gobierno colombiano y las FARC, el presidente Juan Manuel Santos firmó los decretos que constituyen la Comisión de la Verdad y la Unidad de Reparación a las víctimas en el conflicto armado que asoló el país durante más de 50 años. La Comisión estará integrada por 11 miembros (3 extranjeros), de cuya selección se ocupa un Comité de Escogencia conformado por personalidades de la diplomacia y la academia que deberá presentar los candidatos al Congreso antes del 30 de octubre.

Lo anterior tiene un interés que, entiendo, supera el marco colombiano -sigue pendiente en España con relación a ETA y en otros países desgarrados por conflictos armados-, y viene a cuento porque el 4 de octubre se presentó en València el libro Las guerrillas en Colombia. Una historia desde sus orígenes a sus confines, con presencia de su autor, el politólogo, investigador y exmilitante del M19, Darío Villamizar. La periodista Emilia Bolinches, quien se había leído a conciencia las 828 páginas del libro, hizo las argumentadas preguntas iniciales. La moderación estuvo a cargo de Carles Xavier López, director del Colegio Mayor Rector Peset que acogía el evento. Varias personas intervinieron en el debate y me permito compartir con los lectores de LEVANTE-EMV la pregunta que formulé en 60 segundos; así como la respuesta del autor:

Como las observaciones de Emilia y las intervenciones de Darío incidieron en diferentes aspectos de la descripción y análisis político-militar de las guerrillas, sobre lo que se han escrito muchos libros y artículos en los últimos años, le pregunté si en su libro se avanzaba en el análisis de los aspectos político-sociales y, concretamente, en el balance de los efectos, positivos y negativos, en la población civil y en los movimientos populares (obreros, campesinos, estudiantiles y ciudadanos), de una lucha armada tan prolongada, con tantas muertes, sangre y dolor; con tanto heroísmo y sacrificios, pero también miserias, terror y crímenes.

El investigador contestó que en su libro no se hace el complejo y difícil balance de un conflicto con tan diversos agentes armados y desarmados; que hay muchos aunque dispersos elementos de juicio y que este será tema medular de la Comisión de la Verdad.

Como ilustración de un positivo (verdadero), Darío aludió a la Constitución de 1991, producto de la Asamblea Nacional Constituyente elegida en diciembre de 1990. La historiografía oficial atribuye la ANC a una iniciativa presidencial (de Virgilio Barco en 1988) y estudiantil (la séptima papeleta en las elecciones parlamentarias de marzo), ignorando que la propuesta fue planteada por Oscar William Calvo, dirigente del Partido Comunista (Marxista-Leninista) -su hermano Jairo (Ernesto Rojas) lo era del Ejército Popular de Liberación (EPL)-, en la firma, en agosto de 1984, del cese al fuego acordado con el Gobierno de Belisario Betancur. Otra cosa es que este inicio de un ilusionante/ilusorio proceso de paz resultase fallido, como el firmado al tiempo con el M19, calcinado junto con 98 muertos (12 magistrados entre ellos) y 11 desaparecidos en las tomas del Palacio de Justicia en noviembre de 1985. Oscar William es asesinado ese mismo mes. Jairo es asesinado en 1987. Su hermano Héctor, sin vinculación con la guerrilla, lo había sido en 1986; y Fabiola debe asilarse en España con sus hijos.

Como casos negativos (verdaderos y espantosos), además de los falsos positivos en tiempos del presidente Alvaro Uribe y el ministro Santos, Darío mencionó el ajusticiamiento de 164 guerrilleros del Comando Ricardo Franco (dirigido por disidentes de las FARC y M19). La conocida como Masacre de Tacueyó (sur de Colombia) se perpetró entre diciembre de 1985 y enero de 1986. La presencia guerrillera en parajes naturales (montañas y selvas) pudo haber implicado una protección ambiental; pero era una autoridad impuesta sobre campesinos e indígenas que pudo ser arbitraria y terrible.

El trabajo que tiene la Comisión de la Verdad es, pues, ingente y urgente. Sin Verdad no hay Justicia, se dificulta la Reparación y se propicia la Repetición, alentando las mentiras que nutrieron la guerra.