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La nueva guerra fría de Estados Unidos

La Casa Blanca, en alerta ante la disputa por el título de primera dama entre la eslovena Melania, esposa de Trump, y su ex la checa Ivana

Estados Unidos libra otra guerra fría en pleno siglo XXI y ésta dentro de sus mismas fronteras. En la antigua Europa del Este tiene su origen que hayan vuelto a saltar las alarmas en la Casa Blanca, pero no precisamente por un posible ataque nuclear de tintes comunistas. No obstante, la alerta actual también llega teñida de rojo, pero el asociado al amor y a los líos del corazón. La disputa es entre la eslovena Melania Trump (47 años, Knauss de soltera) y la checa Ivana Trump (68 años, Zelníková de soltera). En medio, Donald Trump (71 años), el presidente de EE UU, quien de momento no se ha pronunciado sobre el intercambio de puyazos entre su esposa, Melania, y su ex Ivana. Fue la checa la que tiró la primera piedra, pero para nada ha escondido la mano. La madre de los tres primeros hijos del presidente está en plena promoción de su libro de memorias "Raising Trump" y en una entrevista en televisión espetó: "Tengo número directo con la Casa Blanca, pero no quiero llamarlo (a Donald) porque Melania está allá. Y no quiero provocar celos o algo así porque soy la primera mujer de Trump. ¿Ok? Soy primera dama". Tal comentario ha desatado todo tipo de reacciones, sobre todo, de cachondeo. Pero en la Casa Blanca, al menos en los aposentos de la primera dama oficial, no ha sentado nada bien. Melania Trump, de 47 años, se tomó su tiempo y reaccionó, aunque de forma algo ñoña frente a la chabacanería de su contrincante. Su portavoz dijo lo siguiente: "La señora Trump ha hecho de la Casa Blanca su casa para Barron (su hijo) y el presidente. Le encanta vivir en Washington y se siente honrada de su rol como primera dama. Piensa usar su título y papel para ayudar a niños, no para vender libros. Claramente no hay sustancia en estas declaraciones de una ex, desafortunadamente sólo se trata de ruido de alguien interesado que quiere llamar la atención". Así las cosas, está por ver si Donald Trump, que entre otras muchas cosas es famoso por apuntarse a todas las polémicas y su incontinencia verbal, decide mediar entre ambas y poner a cada una en su sitio. A muchos les gustaría también que hablase Ivanka, la hija favorita del presidente y a la que su madrastra Melania y su madre Ivana tendrían que dirigir sus dardos si lo que quieren es más protagonismo, más poder y ganarse los favores de Donald. Ivanka no ha dicho ni mu. Ni falta que le hace. Porque, en la práctica, la primera dama es ella.

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