Un equipo de investigadores internacionales liderado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía ha descubierto un anillo alrededor del planeta enano Haumea. Este descubrimiento ha sido publicado recientemente en la revista Nature y se enmarca en un estudio que ha mejorado el cálculo de las propiedades físicas de este objeto transneptuniano.

Los objetos transneptunianos orbitan alrededor del Sol en una órbita más allá de Neptuno, situada a más treinta veces la distancia del Sol a la Tierra. Su estudio supone un reto para la Astronomía porque al ser planetas de pequeño tamaño y estar tan alejados su brillo es muy tenue. Por este motivo, se trata de astros de nuestro Sistema Solar que todavía encierran muchas incógnitas. Para su detección directa se requieren telescopios de gran tamaño, de más de 1,5 metros de diámetro, situados en cielos de mucha calidad, como el Observatorio de Sierra Nevada, que se encuentra a casi 3.000 metros de altitud, desde donde se lleva a cabo un exhaustivo programa de detección y análisis de estos objetos.

Aunque el planeta enano Haumea fue descubierto en el año 2003 por los astrofísicos Jose Luís Ortiz del Observatorio de Sierra Nevada y por Michael E. Brown del Instituto de Tecnológico de California, la semana pasada se anunció que el equipo del doctor Ortiz ha descubierto que Haumea está provisto de un anillo. Otros objetos de esta categoría comparten esta característica como Chariklo o Chirón.

El anillo, de 70 kilómetros, posiblemente formado por partículas rocosas y hielo, tiene un diámetro de 4.400 kilómetros y se encuentra en resonancia 3:1 con el planeta. Es decir, el anillo completa una rotación por cada por cada tres rotaciones de Haumea. Lo que no se sabe es si el emplazamiento del anillo es fortuito o si se encuentra atrapado por las fuerzas gravitatorias del planeta.

Este estudio ha permitido mejorar el conocimiento que se tenía del astro objeto. Por un lado, se ha constatado que la silueta del astro se ajusta a una elipse Jacobi, es decir, es como un balón de rugby ligeramente aplastado. Esta forma ovalada se debe a la rápida rotación del plantea durante su etapa de formación. El astro completa una vuelta sobre su propio eje cada 3,9 horas, lo que se considera una rotación rápida para un objeto de esta envergadura. El estudio también determina que el tamaño del planeta es mayor de lo que se había calculado con anterioridad. Su eje mayor mide como mínimo de 2.322 kilómetros y su densidad máxima es de 1.885 kilogramos por metro cúbico. Otra propiedad importante de Haumea es su albedo, es decir, la cantidad de luz que refleja. El estudio concluye que el planeta refleja aproximadamente el 50% de la luz que recibe del Sol, aunque este porcentaje podría ser menor debido la contribución del anillo y de sus dos satélites.

La investigación se ha llevado a cabo aprovechando el paso del planeta Haumea por delante de una estrella, lo que técnicamente es un eclipse. Cuando este fenómeno es provocado por planetas, cometas o asteroides se les denomina ocultación. En estos sucesos astronómicos, la estrella desaparece durante unos segundos debido al paso del astro justo delante, lo que permite inferir resultados de alto valor científico. El método de análisis se ha complementado con mediciones directas sobre el planeta, observándolo durante los días previos y posteriores a la ocultación, para poder determinar la variación de su brillo y mejorar los modelos de cálculo.

Han participado doce observatorios de diez países diferentes y ha sido liderado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En él han participado también expertos de la Comunitat Valenciana como el astrónomo valenciano José Carlos Guirado, del Departament d´Astronomía i Astrofísica de la Universitat de Valencia y el físico Adriano Campo-Bagatín del Departamento de Física, Ingeniería de Sistemas y Teoría de la Señal de la Universidad de Alicante. Gracias a este trabajo se ha dado un paso más en las ciencias planetarias y se ha dejado la puerta abierta para continuar con la exploración de los objetos transneptunianos que, hoy en día, todavía no se conocen en profundidad.