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Vendrán tiempos nuevos y serán peores

Todo es infinitamente empeorable y el porvenir que no llega. Muy malos aires para la política española que parece sumida en los años más negros y en los nubarrones más espesos de la pre transición política, habiendo sido capaces de construir una democracia que cabe adecentar pero que no da , ni con mucho, para la práctica de la blasfemia.

No señores, no. El gobierno de España no encarcela a nadie por sus ideas políticas Ni persigue a nadie por sus ideas civiles. La Audiencia nacional, o sea el poder judicial que es independiente en España del poder ejecutivo es el que aplica la ley y la justicia. Vaya por delante mi total apoyo y soporte a la Audiencia Nacional y a la juez Lamela por su auto de prisión de ayer contra los responsables de la ANC y de Omnium por un delito de sedición. No por idea independentista alguna, por un delito de sedición que la juez con toda seguridad y garantías jurídicas debió considerar suficientemente probado en derecho. Y les digo, desde este PRISMAS, a los independentistas catalanes y allegados así como a Podemos que no podrán con la democracia española a la que desprecian. Ni con su Estado de Derecho ni con su Constitución. El intento, manifiesto hoy, de cargar al PP, al Gobierno y al Estado con el handicap de antidemócratas , fascistas, encarceladores de limpios ciudadanos ejemplares e internacionalizar en Europa el presunto conflicto con Cataluña y las libertades democráticas en España es muy antiguo. Es el mismo que empleaba ETA cuando asesinaba a mansalva a tiro limpio a 900 españoles tras la anmistia de 1977. Llena que estuvo de generosidad, y, en algunos casos, más allá de lo que la recta justicia hubiese consentido. Pero había que llegar a la libertad y a la democracia. Los independentistas y los corifeos de Podemos, los sediciosos y los secuaces de regímenes tan democráticos y con tan clara separación de poderes como Cuba y Venezuela no pueden darnos lecciones de nada a los demócratas españoles. Y yo, ya lo anuncio, no voy a consentir en mis intervenciones públicas, y publicadas dar pábulo a insidias contra nuestra democracia que sólo buscan debilitarla y lograr, a fuer que se está a punto de conseguir, el enfrentamiento civil entre españoles. Son profundamente antidemócratas y en ese sentido, un peligro para la nación. Yo si sé de qué lado estoy en estos momentos, en el de siempre, en el que he estado toda mi vida pública y privada: con la libertad, la democracia española y la Constitución de todos los españoles. Ustedes, los que jalean campañas contra la juez Lamela y el Estado, también parece evidente lo que son y lo que desean representar. Ya es lamentable, triste y dramático.

Vendrán tiempos nuevos y serán peores. Sí, porque parecen querer justificar en la anulación de lo mejor de nuestros cuarenta años de democracia. En ella caben todas las ideas políticas, republicanas e independentistas por supuesto, pero dentro del orden de la legalidad y la Constitución, que las ampara a todas en su ordenamiento jurídico y posibilita, con las mayorías suficientes y necesarias la activación de sus mecanismos de reforma, incluso los más alejados de su actual redactado.

Pero no confundamos más las cosas, ni a los españoles. Los últimos presos políticos que había lamentablemente tras el final de la dictadura de Franco salieron en libertad, como he dicho arriba, con la amnistía de 1977. Desde entonces nuestra democracia es plena y, por tanto ni ayer, ni hoy ni mañana puede hablarse sin que a los que lo hagan les caiga la cara de vergüenza, de la existencia de presos ideológicos o de conciencia en nuestro país. Ya está bien, señores, de jugar con fuego a favor de la propaganda de los pirómanos políticos.

Dentro del orden constitucional caben todos los diálogos políticos. Todos. Incluso los que parecían más complejos y difíciles, aquellos llevados a cabo por todos los gobiernos democráticos con la banda terrorista ETA. Con suerte desigual y final esperanzador para la sociedad española y para la sociedad vasca. Hasta esos.

Lo que no puede ocurrir es este mercadeo de trileros de la politica emboscados en las atalayas del dogmatismo y fundamentalismo del independentismo catalán y flotando a buen recaudo sobre una ciénaga de corrupción.

Han roto la sociedad catalana. Han convertido en un erial financiero y empresarial Cataluña. Una Cataluña entrañable hoy irreconocible incluso para los propios catalanes.

No cabe otra alternativa que la cirugía. Y se llevará a cabo esta misma semana. Reconducir el hoy hacia la legalidad constitucional. Dejar que la justicia siga el camino que deba seguir con todas las consecuencias contra quienes estime en Derecho, y abrir un periodo ni demasiado largo ni demasiado corto hasta la convocatoria de unas elecciones autonómicas en Cataluña y quién sabe si unas generales.

Pero todo ello es ya el funcionamiento normal y normalizado de nuestra democracia. No su suplantación por el funambulismo de acróbatas de la nada política.

Vendrán tiempos nuevos y serán peores. Al menos que no nos cojan en una equidistancia insoportable.

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