«No se conforme con pedir una ayuda al Estado.

¡Elija su propia vida! Tenga el coraje de cuestionarse,

de trastocar el orden establecido.

De emprender y considerar su vida

como la aventura más hermosa». Jacques Attali (2014).

El 9 d´octubre de 2017 ha sido empresarialmente importante, José Vicente González, el independiente vicepresidente de CEOE y amigo de Joaquim Gay de Montellà, partidario de manifestarse contra la infrafinanciación, ha recibido la más alta distinción de la Generalitat. Se fundió en un intenso abrazo con el president Ximo Puig. ¿Agradecimiento o despedida? Fue un reconocimiento personal. Llegó a la CEV para cambiarla. Asumió las deudas dolosas con la Generalitat que nadie había pagado después de diez años. Consiguió una asignación en los presupuestos autonómicos. Sus antecesores fueron irresponsables y manirrotos. Puso en marcha mecanismos y derramas para partir de cero. Le faltó renovar la patronal, denunciar lo mal hecho y señalar a los culpables del desacato. Se ha mantenido distante de AVE y del PP.

Fin de ciclo. El panorama empresarial valenciano cierra un ciclo que comenzó en 2005 con la lucha por el poder en la presidencia de la Confederación Empresarial Valenciana. Prevaleció la candidatura de González, respaldado por la poderosa Federación Metalúrgica. Hasta entonces Femeval nunca había logrado situar a un presidente en la cúspide del asociacionismo empresarial. El lance se decidió, tras encendidas negociaciones, en el transcurso de la cumbre empresarial valenciana en Peñíscola. La industria había vencido al lobby de la construcción, partidario de revalidar su posición preeminente con la reelección de Rafael Ferrando. Infructuoso intento. Ferrando promovió con las grandes empresas de AVE la opción de José Vicente Morata, que finalmente ocupó la presidencia de CEPYMEV, segunda marca de la CEV.

Miserias. Otro premiado el 9 d´octubre fue el veterano empresario y cofundador de AVE con José María Simó Nogués, en 1982, Silvino Navarro Vidal, presidente de nada y presente en todo. AVE nació para contrarrestar el poder del fundador de la CEV, Vicente Iborra Martínez. En 1986 Iborra se vio obligado a dimitir por el escándalo SAVE—calderilla si se compara con la corrupción en Bankia, CAM, Gürtel o Banco de València-- que desveló un denunciante anónimo. José Vicente González ha sido el presidente de CEV (2005) y Cierval (2011) con mejor perfil desde la etapa fundacional de Vicente Iborra. Ni Pedro Agramunt, que quería ser político del PP ni José María Jiménez de la Iglesia, lograron superar el dominio que ejercía el secretario general, Luís Espinosa sobre ellos. Así se evidenció en las explosivas declaraciones de Jiménez de la Iglesia al dimitir. En 2013, cuando se destapó la crisis de Feria València, J.V. González accedió a la presidencia en sustitución de Alberto Catalá, investigado por la policía, fiscales y jueces.

Inexplicablemente González decidió compaginar la presidencia de Feria València con la de Cierval. Ambas, en fase decadente, exigían plena dedicación para recomponerlas. En la Feria por una gestión nefasta y en Cierval por el deterioro de sus entidades fundadoras y copartícipes, CEC y Coepa, que han arrastrado a la patronal autonómica a la quiebra. De nada ha servido la experiencia y el brillante historial empresarial de González para enderezar la trayectoria de las organizaciones empresariales que ha presidido.

Autosuficiència. En 1899 el periodista estadounidense Elbert Hubbard publicó El mensaje a García que ha sido uno de los artículos más leídos en los últimos 150 años. En él quiso demostrar que merece admiración y reconocimiento la persona que desarrolla su trabajo con rigor y perseverancia hacia su objetivo. Para actuar con diligencia y constancia hasta cumplir la misión encomendada: entregar el mensaje a García, un guerrillero de la guerra de Cuba. González al igual que Rowan, el héroe del relato de Hubbard, tenía encomendadas unas metas claras y necesarias para regenerar la imagen del conjunto empresarial autonómico. La CEV, primera presidencia intersectorial ocupada por González, es la pieza clave. La CEV con González no cambió. Cierval y Feria València tampoco lograron estabilizarse, misión primordial de González. De cuyo éxito dependía el futuro autonómico de las organizaciones empresariales. No fue posible por un exceso de individualismo, nada participativo ni colegiado. Nadie es autosuficiente.

Notables representantes empresariales solicitaron participación sectorial y territorial en las acciones y decisiones de CEV y Cierval. La respuesta fue silencio y displicencia desde una posición nada flexible a la hora de incorporar las reformas propuestas. Cierval se fundó de forma provisional para avanzar en su adaptación a las necesidades empresariales. Había que completar y actualizar el proyecto. Después de 35 años se ha clausurado sin modificar ni las siglas que corresponden a la obsesión provincial y al escenario arcaico de 1981. El mensaje a González no fue diáfano ni caló. Las circunstancias no fueron favorables para que el proyecto empresarial se actualizara al ritmo que imponen los tiempos.