En estos días de gran preocupación por la situación generada en Cataluña y su desafío independentista, nos preguntamos el quién y para qué. De alguna forma es un guión previamente escrito para esconder una realidad mayor. Un guión del ¿para qué? que oculta entre otras cosas el tan conocido 3 %, la financiación de CIU durante décadas, la familia Pujol, y los intereses sucesorios. Todo esto parece estar oculto y disuelto por la realidad actual, por el desafío independentista del PdeCat, Esquerra Republicana y la CUP. Pero estos últimos no son el quién, más bien forman parte de esa necesidad de contratar actores para generar una situación de Caos que lleve a un fin. Un fin que en sí no está escrito, pues todos sabemos que la teoría del Caos que algunos nacionalistas están aplicando, no siempre llega a conseguir aquello que se pretende. Y que, además, saben que el precio a pagar es muy alto. Un precio que ellos no pagarán, pero que forma parte del diezmo que pagará cada ciudadano de Cataluña.

El pasado día 10, cuando Puigdemont declaro la independencia y la suspendió, en un juego de palabras, hábilmente escrito, había un protagonista en ese espacio, vigilante y atento a que su actor principal, Puigdemont, no se saliera de ese guión. Ese vigilante no era otro que aquel que mece la cuna del independentismo, de aquel que recogió el mandato de su «padre político»: Artur Mas.

En ese afán por eludir sus propias miserias, por no cumplir la ley, ni la Constitución, los actores de este drama crean una Ley de desconexión, una ley de Referéndum, una declaración de independencia, una suspensión y una negociación. Y, como dice un refrán popular «como Juan Palomo, yo me lo guiso y me lo como» se crea una situación esperpéntica para generar el Caos, porque Artur Mas y Puigdemont saben que con el caos tal vez no consigan sus fines, pero conseguirán eludir la Ley. Porque ellos, como el Rey Sol, como Napoleón, serán la Ley, se autoproclamaran President, serán los Reyes de la República Independiente y no existirá más Ley que su propia Ley. Ni una conocida marca sueca de decoración lo podía haber ideado igual; su propia Republica independiente, solo les falta tener un felpudo que abrirá sus puertas, ese felpudo no es otro que la CUP.

Y en esta lucha por conseguir sus fines no dudan en unirse a aquellos que rompen el sistema. Se necesita de mercenarios sin escrúpulos, pagados con «Pujolets nacionales», necesitan de la CUP para romper con el estado Español, necesitan crear el caos, la violencia, la persecución política, la nacionalización, el brazo armado que marque a todos aquellos que no juren con el nuevo estado, necesita que ellos «marquen» a los disidentes, a los que no piensan como ellos.Y así, en ese avance hacia el caos, hacía la diáspora y la huida de empresas, se va generando la nación ficticia de Cataluña. Una nación, sin moneda, sin leyes laborales, sin normas, sin sentido. Una nación que estará gobernada por el caos y la anarquía, donde espera paciente a resurgir de las cenizas el salvador victorioso, aquel a quien el pueblo catalán deberá aclamar como su salvador, aquel que ahora se siente como Nerón destruyendo su pueblo para ser el único emperador de su nación. Y mientras esto sucede el ciudadano catalán y español vera mermar su bienes, perderá su trabajo, será marcado como catalán de primera y de segunda, le harán creer que vive en un ´mundo feliz´ en el que sólo aquellos que se suman a la causa serán salvados y los que no se adhieran a la causa del «amado Líder» serán apartados. Y como los habitantes de la obra de Aldoux Huxley en Un mundo feliz (1932), cuando vean que sus fuerzas por la causa les fallan, les darán ´soma´ que para ellos serán las consignas de «volem Votar», «som un país».

La ciudadanía catalana no merece tener gobernantes que sólo miran por sus propios intereses, que quieren la anarquía, desestabilizar una comunidad, romper con la Constitución, con la Democracia. La ciudadanía catalana no puede tolerar que la mano que mece la cuna del independentismo les venda a la sociedad del caos. El mundo feliz que nos quiere hacer creer Puigdemont y Artur Mas que es el Caos y la Anarquía, y en ambos casos el gran perdedor será Cataluña y España.