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Dos hombres y un rey

Érase una vez dos hombres que eran amigos. Hacía muchos años, más de 40, que vivían tranquilos, en paz y que nada parecía disturbar su buena relación. Algún altibajo tendrían, no digo yo que no, como pasa en todas las amistades y en cualquier casa. Que en todas partes cuecen habas. Pero, al fin y al cabo, vivían felices cada uno en su casa, aunque a veces se encontraban y frente a la cámara todo era cordialidad y risas.

Pero llegó el día en que esa bonita amistad se vio truncada por un rey. Parece que la irrupción de un monarca o más bien la posición que uno tomó respecto a la entrada en escena del monarca no sentó del todo bien al otro. Uno pedía diálogo, hablar entre ellos, pero el ofendido no parecía dar su brazo a torcer. Era mejor desoír sus llamadas, o responder con mensajes ambiguos o, incluso, dicen, poner tierra de por medio y dar por finiquitada la amistad. ¿Hay reconciliación posible? Pues parece complicado, pero, oiga, nunca se sabe.

¿Está clarísimo de quienes hablo verdad? Usted lector avispado y atento a toda actualidad lo ha captado al instante. Cómo no, me refiero a Bertín Osborne y Arévalo. ¿Acaso pensaban en otros dos hombres y otro rey que no fuera Juan Carlos I?

El jaleo viene a cuento de una foto que Arévalo publicó en una red social en la que aparece él con su amigo jerezano y un nutrido grupo de amigos, entre los que se encuentra el emérito Juan Carlos I y la infanta Elena. Airado, Osborne instó (con no muy buenos modos, la verdad) a su amigo a retirar la foto. Por cierto, estaban comiéndose una paella, dicen. Ay, la paella de la discordia. Y eso que el humorista es valenciano y no le pondría chorizo ni nada de eso. Que si no se arma la de San Quintín. Resulta que Arévalo fue a contar su triste historia a un plató de televisión lo que no hizo más que aumentar el enfado de Osborne que, al parecer, ha decidido romper por completo su larga amistad con el humorista. Este ya ni participará como lo hacía habitualmente en el programa de Osborne, 'Mi casa es la tuya'.

En definitiva, dos amigos enfrentados, una fractura irreversible y, mientras, un rey que anda como si nada fuera con él. Pues claro que hablo de Arévalo y Bertín. ¿De quiénes si no?

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