Las pequeñas alteraciones en los parámetros climáticos están generando un gran impacto en las cosechas y provocando importantes pérdidas económicas. Las altas temperaturas del verano, la ausencia de precipitaciones, así como caídas de los mercurios durante varios días durante la época de floración, han afectado el tamaño de la fruta con hueso como los melocotones, los paraguayos o los albaricoques. Las tormentas también han perjudicado el aspecto de estos frutos, especialmente, en Aragón y Cataluña.

La sequía ya es preocupante también en el campo valenciano. La Unió de Llauradors destaca que la falta de lluvia continuada va a afectar el calibre de los cítricos y, en consecuencia, su precio y potencial de exportación. La organización agraria manifiesta, además, su desazón por las hortalizas de invierno, mientras recuerda que la falta de caudales ha perjudicado la cosecha de cereales, las viñas, a los olivos, e incluso, a la ganadería intensiva. "Son prácticamente tres años seguidos de déficit hídrico en algunas zonas del territorio autonómico y los riegos solo se están pudiendo salvar gracias a las lluvias de agosto y septiembre, las reservas de algunos embalses y los pozos de sequía", advierte La Unió.