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El fantasma de la libertad en TV3

Me dijo Ferran Belda, cuando tenía vara alta "perro no muerde perro". Y como Juan Pérez Benlloch, que por entonces tenía también mando en plaza, dijo "hay que sacar el hacha", lo me plantea una duda simétrica. Y a estas alturas del guiñol nacional me suelto, por respeto a nuestros lectores, héroes en estos tiempos de confusión

Oígo lo que dijo el comité de redacción(o de empresa) de TV-3 y luego su director general (o cargo similar). Todos ellos hacen una gran representación y en buena parte sufre el síndrome de Helsinki. Estoy por aceptar que están convencidos de lo que ahora dicen y de lo que han hecho (tanto como lo estaban los de Canal 9 en una y otra época, y a veces los mismos). Nunca hubo ahí libertad de nada, ni una pizca. Arreglos y concesiones, puntuales, puede. Lo digo con la autoridad moral de quien ha estado prohibido en la primera desde su fundación hasta hoy y en la otra en dos largas etapas- exceptuando el ocaso de la primera y los primeros cien días de la segunda, esto es nada. Era un espejismo y una máquina de manipulación, tan tosca al sur como obvia al norte. Una campaña de propaganda continua y descarada, autobombo u autocomplacencia, con comparecencias de "valencianets" para hacer de chistoso o de criado agradecido, y era un todo continuo con la situación en los medios de allá sostenidos por los fondos de Tarradellas o los de Pujol (ejemplo diáfano, cuando Baltasar Pórcel echa a Josep Pla de Destino). Y esa TV-3 por la que protestábamos, para que tuviera repetidores. Y a lo mejor llegamos a pagarlos, era un embudo y se ha regido con la ley del embudo.

Que tenga comisarios políticos se entiende, que los periodistas se crean y quieran hacernos creer que tienen toda la libertad necesaria y suficiente lo dudo, si acaso, usan de la casuística jesuítica, como la usaban y todavía la usan los controladores de TVV, que más bien eran "baixos de sostre" y los he conocido bien, a algunos les he enseñado a hacer las primeras letras. Y las meto en el mismo saco porque tanto monta Jordi Pujol, de derechas, aunque más o menos constitucionalista, como Eduardo Zaplana, de derechas desde joven, como el último de la fila, Francisco Camps, más de derechas todavía y pío. De sus mandos y sus tropelías para qué hablar aquí y ahora. Se instalaron en la ignominia. No hablaremos de los que se han enriquecido a espuertas, tenían la venía, y tampoco de los que achicaban subvenciones a destajo (algunos, ay, de izquierdas de toda la vida).

El fantasma de la libertad si alguna vez sobrevoló esos valles de desolación no se detuvo ni para oler porque se pondría una pinza en la nariz (otros se ponían otras sustancias). Las televisiones públicas autonómicas (como la de Esperanza Aguirre) eran y han sido de vergüenza, en todos los grados. Y sí hubo gentes que protestaron desde dentro aquí y en el centro, ignoro cuándo y cómo en Catalunya, sería "soto voce" y menos en estos tiempos de la conmoción, en que empujan el coche como la mosca de la fábula de La Fontaine y creen que son cocheros o el séquito.

Si se aplica el 155 y se ocupa TV-3 y les nombran otros comisarios, similares a los que existen en TVE desde hace siete años, la situación será pareja, moralmente asquerosa, pero a tenor de lo que tienen por costumbre (el déficit cabalgará a nuestras espaldas, lo mismito). En RTVE siempre hay protestas y denuncias documentadas, informes, debates parlamentarios, y se anuncian cambios «at calendas grecas» (¿). En TV-3 ni hablar del peluquín y en el Parlament de la señora Forcadell no ha dejado ni rastro el tema. El fantasma de la libertad no ha intentado pasearse nunca, ahora viene el caballo de Pavía. Lo cuenta Pérez Galdós en De Sagunto a Canovas (léanla, no tiene desperdicio).

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