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Javier Cuervo

Jordi trapichea en prisión

Conviene quitarse de la cabeza que la educación nos hace distintos y mejores. Los Pujol son un ejemplo de que los conocimientos se adquieren en la escuela pero la educación se recibe en casa. Todos están implicados en delitos económicos

En las prisiones españolas circulan la droga y las llamadas telefónicas. Lo último lo sabemos gracias a Jordi Pujol Ferrusola, el hijo mayor de Jordi Pujol y de Marta Ferrusola que fueron presidentes de la Generalitat y, desde una perspectiva de género, es difícil concretar quién de los dos fue la primera dama.

A Jordi Pujol lo pillaron en el tráfico de llamadas dentro de Soto del Real como antes lo pillaban con Porsche o Lamborghini en el tráfico de Barcelona. Lo pillaron con más que los demás. Había gastado sus 10 llamadas semanales y pagaba por usar los códigos de otros. Ahora le esperan 60 días sin actividades recreativas y el traslado a un módulo con presos más conflictivos. Le irá mejor porque sus compañeros de celda tendrán menos inconvenientes en romper las reglas de la prisión. Jordi Pujol no ha llegado a la cárcel por ser un blando, sino al revés. Negoció con y contra muchas personas a las que no les habían regalado el puesto.

Su compañero de celda hasta ahora sufría violencia psicológica de mando a distancia porque ha dicho que el mayor de los Pujol le coaccionaba para cambiar de canal. En una información se dijo que el compañero era narcotraficante. ¿Habrá narcotraficantes educados o tímidos? Seguramente. Ese negocio tiene muchos empleados y bien saben los jefes de recursos humanos que en cada empresa se encuentra de todo.

Conviene quitarse de la cabeza que la educación nos hace distintos y mejores. Los Pujol son un ejemplo de que los conocimientos se adquieren en la escuela pero la educación se recibe en casa. Todos están implicados en delitos económicos y dos de ellos están en la cárcel, es decir que tuvieron una educación en valores similares. Sin esos prejuicios pequeñoburgueses acerca de los beneficios de la educación podremos estar tranquilos: a ese chico de buena familia al que pasan al módulo de los presos conflictivos no se le va a caer el jabón en la ducha.

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