Una de las satisfacciones que me ha proporcionado el desarrollo de mi profesión en un Hospital público ha sido el poder asistir en igualdad de condiciones a personas independientemente de sus recursos o condición social. Hoy en día en el que se han acentuado las desigualdades en nuestra sociedad, todavía existe en uno de los pilares básicos del estado de bienestar como es la salud, un factor de solidaridad proporcionado por la universalidad del sistema de salud.

Recientemente he escuchado unas declaraciones del exconsejero de Sanidad Sr. Llombart durante una conferencia sobre la viabilidad del sistema de salud, que me han indignado, sobre todo viniendo de una persona que ha ocupado un cargo público. En resumen venía a decir que si no contribuyes económicamente al sostenimiento del sistema, no tendrías que tener derecho al mismo, me imagino que se referiría a los emigrantes ilegales pero también a los ciudadanos que habiendo sobrepasado una determinada edad no hubieran cotizado al no haber encontrado trabajo. Eso sí tenía la delicadeza de anteponer una coletilla, «aunque es muy duro de decir», expresión que suele preceder a la emisión de un comentario que se sabe que es impopular, con el fin de minimizar el impacto de la mismo. En realidad debería cambiarse por «es muy duro de oir», ya que al que la expresa no suele importarle mucho lo comentado.

Semejante loa a la insolidaridad es más irritante al proceder de una persona que ha ocupado el cargo de mayor responsabilidad en la sanidad de nuestra comunidad. Se supone que pensaría lo mismo en aquella época, pero entonces no se atrevió a decirlo en público, al parecer era más importante el cargo que la coherencia.

La insostenibilidad del sistema de salud es algo que se viene debatiendo desde hace muchos años y está condicionado fundamentalmente por el envejecimiento de la población, que motiva el mayor uso de los recursos sanitarios y los costes excesivos derivados de las nuevas terapias emergentes, fundamentalmente las que implican a procesos oncológicos y enfermedades autoinmunes, y es en este ámbito en el que sí que habría que replantearse la sostenibilidad del sistema siendo evidente que se necesitaría una mayor financiación. Pero utilizar el argumento de relacionar el derecho a asistencia sanitaria en función de si participas económicamente en el o no, es además de insolidario, perverso ya que no es el problema fundamental (la mayoría de los ciudadanos que se incluyen en el grupo de los no cotizantes, no suelen hacer uso abusivo de los servicios sanitarios).

El fundamento del estado del bienestar se basa principalmente en la solidaridad y para ello algunos tienen que contribuir más que otros e incluso aunque haya quien no lo pueda hacer. El problema es cómo se utiliza esa contribución, y no excluir a los que no contribuyen. Pienso que el Sr Llombart pretendía, con su comentario, alegrarle el oído a unos pocos y ha conseguido que le chirriaran a muchos.

* Alonso González Masegosa es médico jubilado. Exjefe de Neurología H. Dr Peset