El otro día desde la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP) me invitaron a hablar de las Escuelas Taller en el foro «Municipios de Interior» celebrado en el Balneario de Cofrentes. El acto de clausura corrió a cargo del Director Territorial de Presidencia, Francisco Molina, quien comenzó utilizando un término que encajaba espléndidamente en el acto: demotanasia.

La demotanasia, término acuñado por la investigadora Mª Pilar Burillo (2015) para definir las causas de la despoblación en la Serranía Celtibérica, significa: "proceso que tanto por acciones políticas, directas o indirectas, como por omisión de las mismas, está provocando la desaparición lenta y silenciosa de la población de un territorio que emigra y deja la zona sin relevo generacional...". Si consultamos la etimología de esta palabra encontramos: demos, 'población' y thánatos, 'muerte'.

Las Escuelas Taller, en su largo caminar desde 1985 hasta nuestros días, han jugado un papel importante contra la demotanasia. Es un programa de formación y empleo que, a lo largo de más de treinta años, se ha ido desarrollando por toda la geografía española y fuera de España. Como decía Peridis "se podía hacer todo con los jóvenes".

Persiguiendo su objetivo, numerosas Escuelas Taller han dejado su impronta en pueblos de interior, de tal manera que sin su intervención, hoy en día irían encarrilados hacia la demotanasia. Hay miles de ejemplos, pero me vienen a la memoria dos de ellos promovidos por la UGT y el MOPU en 1990: una Escuela Taller en Ligüerre del Cinca, pueblo despoblado por la construcción del embalse de El Grado, logró devolverlo a la vida para usos turísticos, sociales y agropecuarios, recuperando de esta manera el lugar en el que vivían sus antiguos habitantes; y otra Escuela Taller convirtió el pueblo de Morillo de Tou en un centro de vacaciones en el Pirineo Aragonés muy cerca de Aínsa (Huesca).

Las iniciativas que se llevaron a cabo desde las Escuelas Taller fueron de todo tipo y muy numerosas, por eso no es de extrañar que el Senado dijeran del programa en 1992, por unanimidad de todos los partidos políticos, que "constituye un ejemplo claro de las políticas activas de lucha contra el desempleo... con visión de futuro que se ocupa prioritariamente de los jóvenes fomentando su formación en estrecha vinculación con su contratación". Unos años más tarde la OCDE en Paris (1996) lo considera como "uno de los instrumentos más originales de las políticas activas de empleo y al desarrollo local en España y en Europa"; y en 2005 la Comisión Europea de Empleo y Asuntos sociales, en el marco de los programas que combaten la Exclusión Social (2002-2006), calificó las Escuelas Taller de "buena práctica".

Como se mencionó en el foro Municipios de interior, los Ayuntamientos fueron los principales promotores de las Escuelas Taller y Casas de Oficios, pasando de: ".. un empleo de tres meses para hacer aceras (como decía Maravillas Rojo en 1988) a recuperar una masía, un castillo, un pueblo abandonado, hacer un avión durante tres años, con jóvenes que aprenden trabajando y dan vida a edificios a veces en ruinas para su utilización colectiva...". Como decía José María Pérez (Peridis), creador del Programa de las Escuelas Taller y Casas de Oficios (ET/CO), "toda ruina puede ser una esperanza". Y en este caso, así ha sido y debería seguir siendo para contribuir a la inserción socio-laboral de nuestros jóvenes, recuperando nuestro rico patrimonio y apostando por nuevos ámbitos de intervención (medio ambiente, asistencia a mayores, reciclaje, redes sociales, etc.).