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El 'morado' de la Roja

Alrededor del gran incendio se prenden habitualmente pequeñas hogueras. Como esta del fuego que aviva la polémica por los colores de la camiseta de fútbol de España, un asunto que pone a prueba el daltonismo en la delgada línea cromática que separa el azul petróleo del morado republicano, o el efecto óptico que lleva a confundir estos dos colores, según parece, en la lejanía. No habría pasado nada si no hubiera esa manía de diseñar banderas y símbolos en la ropa deportiva de manera tan grosera, con el fin de vender todos los años cientos de camisetas distintas y fomentar el consumo hasta desvirtuar el origen mismo de cualquier indumentaria deportiva. Antes, no hace todavía tanto tiempo, la elástica de la selección era roja y no daba pie a la discusión. Roja sin más. El pantalón azul, y punto. Durante el franquismo, sin embargo y para hacernos una idea, el rojo era innombrable salvo si se utilizaba de forma peyorativa con «los rojos». Para evitarlo estaban el colorado o el encarnado. Y los futbolista de los equipos que lo utilizaban en su uniforme, como en el caso de Osasuna, eran rojillos. La politización perdura.

Pablo Iglesias, por ejemplo, ha aplaudido la «camiseta republicana» de la Segunda República, y el mosqueo de los detractores se ha convertido en el rechazo más absoluto. No me extrañaría que, dada la controversia, Adidas, la marca, se ofreciese a sustituir el diseño por otro menos discordante. Doble negocio. Podría vender la camiseta que le gusta a Iglesias gracias a la publicidad que ha generado la discusión, y también la nueva con la que España jugaría el Mundial. Este es un asunto, me temo, donde los listos y los tontos van cogidos de la mano.

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