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Julia Ruiz

El ´Marrón´ de la paridad en à punt

Ha vuelto a ocurrir. La presencia equilibrada de hombres y mujeres en órganos de representación es o, parece ser, un marrón para la clase política. Así de sencillo y así de doloroso. El Botànic se dio cuenta cuando estrenó legislatura. Los cenáculos del poder (tradicionalmente masculinos) diseñaron una Mesa de las Corts sin mujeres, una imagen vergonzosa que se trató de arreglar con la incorporación de la socialista Carmen Martínez y la promesa de un nuevo reglamento que en el futuro impediría otra tropelía.

La segunda vez fue con la renovación del Consell Jurídic Consultiu (CJC). La primera terna propuesta por las Corts fue solo de hombres y fue necesario que algunas diputadas de las Corts se plantaran para evitar otro oprobio a la mitad de la población. La crisis tuvo su parte positiva ya que diputadas y diputados feministas se movieron para impulsar una ley que obliga a la paridad o la presencia equilibrada (según los casos) en la composición de los entes estatutarios.

Pese a la prevención, los partidos (léase sus estructuras patriarcales y sálvese a quien de forma individual está comprometido con la causa) han vuelto a reducir la paridad a la lamentable categoría de patata caliente. Y ahora está en el tejado de la Corporació Valenciana de Mitjans de Comunicació (CVMC). La propuesta de sustituir a la representante de los sindicatos en el consell rector por un hombre ha hecho saltar por los aires el endeble equilibrio de sexos en este órgano.

El pecado original estuvo en la composición de los vocales nombrados por las Corts: Sin contar la plaza del consejo ciudadano que se ofreció al PP, pero que quedó vacante, los partidos se repartieron seis plazas. Para cinco de ellas, incluido el presidente, se pensó en varones. La sexta plaza a propuesta de Podemos fue para una mujer. El resultado fue que la única manera de cumplir con la propia ley de creación de la CVMC (que recoge la obligación de la presencia equilibrada entre sexos) era que las tres plazas correspondientes al consell audiovisual y a los sindicatos fueran para mujeres.

Mientras así ha sido, el déficit de féminas en la cuota política se ha disimulado, pero la decisión de Intersindical de proponer a un hombre ha roto el equilibrio. Para más inri, como ya ocurrió con la crisis del CJC, en algunos sectores se mira al PP (un partido que reniega de la paridad y de las medidas de acción positiva) y se le emplaza a nombrar su vacante y que esta la ocupe una mujer para así poder cumplirse con la ley. El asunto debe sonarle a broma a Isabel Bonig teniendo en cuenta que su propuesta vetada era una mujer. Al ramillete de excusas de mal pagador se añade la de que una parte de la actual composición es provisional y que cuando sea definitiva sí se cumplirá la ley. Es decir, que como pasó con las Mesa de las Corts, que ellas sigan esperando.

La crisis está abierta y ya se verá como se resuelve. De nuevo algunas diputadas de la izquierda se están movilizando para reconducir la situación. Y es que el hecho de que las mujeres estén donde se toman las decisiones no es un capricho y mucho menos lo es en el caso que nos ocupa: una televisión pública. El consell rector es el máximo órgano de gobierno de la CVMC, el que debe velar por la correcta prestación del servicio público. Y no veo mejor manera de cumplir esta tarea que con una representación paritaria o al menos equilibrada en los sillones.

De más está decir que la televisión es una poderosa herramienta de socialización, quizás una de las más influyentes, y es, como está demostrado, una potencial fábrica de estereotipos de género. Convertirse en herramienta útil para una sociedad igualitaria es posible, pero cuántos más ojos haya vigilando y estos mejor representen a la sociedad, más garantía habrá de que la nueva televisión valenciana trabaje en pro de igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Este era el espíritu de la ley de creación del ente, con lo que no estará demás dejar de tratar la paridad como un marrón y empezar a verla y a trabajarla como una oportunidad.

Ojalá que, como suele decirse, a la tercera vaya la vencida y así podamos ahorrarnos una cuarta.

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