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El baúl

De los recuerdos. Bueno, no ha sido precisamente allí, pero sí en una de esas cajas que almacenan viejas fotografías, tarjetas de visita, participaciones de bodas y bautizos, postales desde Roma o Sevilla; cosas así. Entre el amasijo se produjo el hallazgo: una serie de folletos bien cuidados, correspondientes a los programas operísticos del Teatro Real, desde 1918 a 1922. ¡Asombro! No tenía la menor idea de que entre mis ascendientes próximos hubiera alguno, o algunos tan aficionados a la ópera como para trasladarse a Madrid para disfrutar un año tras otro de la temporada del Real en aquella su primera etapa de esplendor.

En esos programas añejos hay mucho Wagner, algo de Puccini, Bizet y Verdi, y más de una representación de La Favorita. Que precisamente ha sido la elegida, hace poco, para iniciar las conmemoraciones del vigésimo aniversario de la restauración y renovación del actual Teatro Real, lo cual me hace pensar que esta obra de Donizetti ha sido, afectivamente, muy "favorita" en la programación del emblemático teatro.

Me concentro, pues, en uno de estos folletos dedicados a dicha ópera: función del 9 de febrero de 1922, a las nueve y cuarto de la noche, con Gabriela Besanzoni y Lauri Volpi en los papeles principales. Los tiempos cambian. Las ilustraciones siguen pautas muy art-déco del momento. Pero algo permanece: la gran dosis de publicidad en las numerosas páginas, incluso algunos temas dominantes. Se llevan la palma los anuncios de coches, protagonistas flamantes de la época, a los que siguen los de pianos, 'autopianos' y 'gramolas'. Llama la atención la que sin duda sería una de las primeras 'Clínicas de belleza' ensalzando sus tratamientos de la obesidad, la depilación y el "desarrollo y dureza de los pechos por medios eléctricos y masajes". Y el Hotel Bristol, de Barcelona, que se proclamaba "primer hotel en España con teléfono interurbano en todos los dormitorios". Por lo demás, pastillas contra la tos, hojas de afeitar, peleterías, calderas de calefacción y varias tiendas que todavía subsisten en el Madrid de hoy. Resulta curioso este vistazo al mundo de nuestros antepasados de hace un siglo. Y se impone la evidencia: nunca lo sabemos todo acerca de nuestras propias familias. No en balde el núcleo familiar y sus ramificaciones con el detonante de tantos argumentos en novelas, pantallas y escenarios. Un terreno fértil para la imaginación o para la historia.

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