Tal vez podríamos hablar de que fruto de la dinámica terrestre están surgiendo nuevas islas a lo largo del cinturón de Fuego del Pacífico, pero la realidad es que la dinámica terrestre no presenta ninguna anomalía destacable por la que redactar este artículo, no obstante la actividad humana sí que está siendo lo suficientemente intensa como para que desde hace unos pocos años las acumulaciones de plásticos en océanos como el Pacífico hayan conformado verdaderos archipiélagos a la deriva. ¿Qué dinámica meteorológica y oceanográfica ha llevado al planeta a concentrar los plásticos lanzados al mar hasta estos extremos?

Desde que a principios del siglo pasado se comenzaran a sintetizar los primeros polímeros plásticos el uso de este compuesto se ha ido extendiendo a lo largo de todo el planeta, encontrándose en los lugares más insospechados. Tal ha sido el éxito de este material sintético y su acumulación actual que la comunidad científica coincide en que uno de los rasgos con los que se podrá identificar el presente periodo de nuestro planeta, al que han nombrado por Antropoceno, son las rocas denominadas plastiglomerados por una amalgama de plásticos, arena, rocas y desechos humanos.

Las islas del pacífico aún no están compuestas de plastiglomerados, no obstante la acumulación de desechos plásticos ha implicado que se alcance un tamaño que hoy en día se desconoce, aunque se estima que tiene una extensión que va desde los 700.000 km² hasta más de 15 millones de km² (del 0,41% al 8,1% del tamaño del océano Pacífico). Esto representaría cerca de 100 millones de toneladas de desechos, de los cuales se calcula que un 80% provienen de zonas terrestres, mientras que el resto provendrían de los propios barcos.

En vez de dispersarse y desaparecer como piensa la mayor parte de gente que lanza residuos indiscriminadamente en nuestras montañas y ríos, es la propia meteorología quien introduce en el ciclo del agua estos residuos plásticos. Así, con el paso de las décadas y para vergüenza de la humanidad la basura se acumula en las áreas de calma tropical de nuestros océanos, siendo, a diferencia de la Gran Muralla China, la "construcción" humana de mayor extensión. Un "logro" que quien más quien menos hemos construido y del que hemos de dejar de participar.