Asisto al acto de presentación del Informe, «A la paz, solo por la verdad», del Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia Restaurativa en El Salvador 2009-2016, celebrado en el Fòrum de Debats de La Nau de la Universitat de València, en el que participan con su coordinador, Alfons Cervera, el rector de la Universidad Centro Americana (UCA) de El Salvador, Andreu Oliva S.I., el relator y compilador del Informe, José Ramón Juániz, y el Presidente del Tribunal y de la Fundación por la Justicia, José María Tomás.

Salgo conmocionado por los relatos que hacen de las masacres cometidas en aquel país, matanzas a mujeres embarazadas, y otros horrores contra la indefensa población civil, principalmente indígena. Recuerdo las palabras de las víctimas, que agradecen el encuentro con los jueces que han escuchado su dolor. Dicen que, sólo por ello, ya se justifica haber continuado viviendo, para poder contarlo. Y dan gracias a Dios, y a los jueces, que igualmente lo agradecen, por haber podido estar allí, escuchar a las víctimas, reconfortarlas en su dolor, y poder testimoniarlo.

Las víctimas de El Salvador fueron masacradas sin más consuelo, sin más reparación que la que ahora les ofrecen estos jueces altruistas que, de manera desinteresada, entienden cumplen con su deber, acudiendo año tras año, en favor de la justicia universal, ofreciendo su testimonio en favor de la verdad. Paradójico resulta, que, cuando se pone en cuestión en El Salvador, la denominada Ley de Amnistía General, que contempla la impunidad por los asesinatos y las violaciones de derechos humanos cometidos en aquel país contra la población civil y religiosa, el Gobierno español pueda mirar hacia otro sitio.

Hace ya unos años, en 2004, visitó València, Jon Sobrino S.I., profesor de la UCA, Honoris causa por la Universitat de València, y cuestionó, en el Centro Arrupe, la globalización que sacrifica a los pueblos más pobres de la tierra con el silencio de los países desarrollados, como en su día ya dijera Ignacio Ellacuría S.I., rector de aquella Universidad, asesinado junto con otros cinco jesuitas españoles y dos mujeres salvadoreñas del servicio doméstico, Elba y su hija Celina, de 15 años de edad, el 15 de noviembre 1989, hace en estas fechas 28 años. Todavía está pendiente la querella presentada ante la Audiencia Nacional, entre otros, por la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio de San José de València.

En València, en la Fundación por la Justicia, se rindió homenaje público mediante la concesión del Premio de la Fundación de 2005, a la Asociación Pro-búsqueda de niñas y niños desaparecidos de El Salvador, presidida por Jon Cortina S.I., también profesor de la UCA, que, aun a costa de su propia seguridad, realiza una labor de reparación ante la iniquidad cometida. Muchos de estos niños y niñas fueron secuestrados de sus familias, muchas de ellas asesinadas, y hoy en día ya adultos tienen derecho a conocer su origen, el porqué de su desarraigo y del dolor de sus familias.

La labor del Tribunal de Justicia Restaurativa ha permitido que las víctimas de violaciones de los derechos humanos dijeran su palabra, fueran escuchadas por juristas especializados y obtuvieran una respuesta desde la justicia. Se trata de un tribunal simbólico, cuya actuación permite restaurar el honor de las víctimas - no su dignidad que nunca perdieron, como dijo el rector, Andreu Oliva S.I. - confirmando con su actuación el derecho de las víctimas a la verdad. Las víctimas merecen reparación, para alcanzar verdaderamente la paz. Y a la paz solo se llega desde la verdad, como titula el Informe.