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Mujeres y gatos

El día se anunciaba óptimo. El viento había menguado y aunque por las aceras del bulevar flanqueado de naranjos ya se adivinaba cierta agitación, las crestas de los edificios se habían dorado de sol nuevo. Terminé el artículo, acometí el prólogo del libro de un amigo, conseguí dos contactos para un asunto tan imposible que tiene que ser necesariamente prometedor, me acordé de hacer las llamadas pertinentes y el quiosquero Alberto me había conseguido La Vanguardia, no ocurre todos los días.

En eso que a la hora del cortado, me llama un viejo conocido y tras los saludos, me dice entre lágrimas: "Me quedan dos meses de vida". Me cuenta su caso. El páncreas. Me dice que sus socios le despidieron porque el enfermo era él y que depende enteramente de su compañera. Dice que hará un entierro en vida con todos los amigos reunidos en su antiguo bar. Hablo muy poco, pues todo lo que intento decir me parecen razones usadas y viejas filigranas de abogado tramposo. Quedamos en volver a vernos, pero el día, extrañamente, sigue mostrando para mí su rostro más amable: he encontrado en la frutería de los pakis la pera, fea, abollada y amarilla, que más me gusta, la clase de yoga ha sido agotadora pero provechosa y estoy a punto de rematar un asunto que no me dará un céntimo, pero me librará de algunas molestias.

Entonces, a la hora del nuevo capítulo de Babylon Berlin en el que cantará Brian Ferry, tan viejo y elegante y sombrío que parece tío Leonard, en esa hora, nos llama la asistenta para decirnos que su padre está muy enfermo, que está con él en el hospital. Tengo una relación muy vieja con el cáncer desde que mató a mi padre. Si la sucesión de hechos tan contrarios, contiene algún mensaje, no soy capaz de descifrarlo. Tampoco la república de Weimar, que retrata esta serie alemana, vio venir al carnicero Hitler, pero mientras tanto produjo un inmenso caudal de belleza convulsa, sí. Mi gato, finalmente aquietado, acerca su carita a la mía y a la de mi mujer. El sofá es como una balsa de náufragos y tengo ganas de gritar: "¡Las mujeres y los gatos, primero!".

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