Ayer tarde València salió a la calle reclamando un trato justo para los valencianos y valencianas. La reivindicación de una financiación justa, obviamente, afecta a los 5 millones de personas que vivimos en la Comunitat Valenciana. Como en cualquier comunidad autónoma, los 5 millones de valencianos necesitaremos alguna vez en nuestra vida ir al médico cuando nos pongamos enfermos, o querremos llevar a nuestros pequeños a unos colegios en condiciones, o bien precisaremos de asistencia personal para nuestros mayores€ Si todo esto tiene que cubrirlo la Generalitat, parece del todo razonable que cuente con una asignación del Estado proporcional al número de personas que debe atender. Es lo que llamamos una financiación justa.

Pero además, como alcalde, veo cada día cómo al problema de la infrafinanciación se añade una flagrante falta de inversiones. De nuevo atendiendo al peso poblacional de la Comunitat Valenciana, el déficit en inversiones que acumulamos asciende a 1.312 millones de euros; esto es un 30% menos de lo que cabría esperar de un reparto equitativo. Resolver esta situación consistiría en asignar un 10,6% de los Presupuestos Generales del Estado a inversiones en nuestro territorio, ya que uno de cada diez ciudadanos vive en la Comunitat Valenciana, y recuperar, al menos durante los próximos cuatro años, 325 millones anuales que cubran el déficit que arrastramos por la falta de inversión del gobierno del Estado.

Así que para empezar, no se invierte lo que correspondería justamente a los valencianos y valencianas, pero es que además, luego va y resulta que las inversiones previstas no se ejecutan. Las migajas de los Presupuestos Generales del Estado quedan en agua de borrajas. Observemos qué ocurrió el año pasado: en 2016, los Presupuestos Generales del Estado (PGE) presupuestaron inversiones en la Comunitat Valenciana por valor de 868 millones de euros. ¿Cuánto se hizo realidad? 414 millones. Es decir, que el gobierno central solamente ejecutó un 47% de sus inversiones previstas. Algunos se llenan la boca hablando de Corredor Mediterráneo, por poner un ejemplo, pero de los 570 millones de inversión previstos el año pasado para esta infraestructura vital para nuestra economía, solo se ejecutó el 24%. Así, no.

El caso de València

En València estamos avanzando hacia una movilidad sostenible, como están haciendo Londres, París, Ámsterdam€ todas las grandes capitales europeas. Esto consiste, básicamente, en la pacificación del tráfico y en la apuesta por el transporte público. Algo que València está haciendo en solitario. Porque las aportaciones del Estado de 126 millones para el área metropolitana de Madrid, o los 108 de Barcelona, o los 25 de Canarias, se convierten en 0 euros para València. Sí, cero euros para València; algo que se repite en la inversión del Estado en el metro, frente a ciudades como Sevilla (con 6´6 millones de inversión estatal al año durante 25 anualidades) o Málaga (con otros 5,7 millones cada año). Evidentemente, sin ninguna ayuda estatal es más complicado desarrollar políticas de movilidad sostenible.

¿Qué les decimos a las miles de personas que vienen cada día en tren de cercanías a València? Su servicio es muy mejorable, cuando no bochornoso. La razón está clara cuando observamos en los Presupuestos del Estado que se destinan 329 millones a las cercanías de Renfe en Madrid, 181 a Málaga, 175 a Asturias, 148 a Barcelona, 51 a Sevilla€ y 1 a València.

¿Es tan difícil de entender por parte del gobierno central que no se trata de partidismos, sino de justicia con los 5 millones de valencianos y valencianas? Las mejoras del Corredor Mediterráneo y el Cantábrico, la estandarización del ancho de vía ferroviario, los accesos por tren a los puertos de Castelló y Sagunt, y la conexión de este último con Zaragoza, la terminal logística de la Font de Sant Lluís, la mejora de los cercanías como el València-Buñol, Alcoi-Xàtiva, Alicante-Elx-Orihuela, València-Sagunt-Caudiel€ así como las nuevas estaciones pendientes en València o el sempiterno tren de la costa: infraestructuras que acumulan décadas de retraso en inversión. Así es más difícil desarrollar la economía y el empleo, claro.

El tren, sin duda, es el futuro para el tráfico de mercancías y personas, pero necesitamos ya en el presente una mejora de las infraestructuras viarias. ¿Cuánto tiempo hubiera costado hacer realidad la variante de la Font de la Figuera en otro punto de España? Me temo que no tanto como lo que estamos sufriendo los valencianos. Y falta por invertir en la adecuación de la N-332 a su paso por Cullera, Oliva, Gandia, Benissa o Torrevieja, la ronda sur de Elx, la duplicación de la CV-13€ así como la supresión del peaje en la AP-7, y mejora de los accesos a los aeropuertos.

Por cierto, otro motivo de agravio para València es la inversión de los Presupuestos del Estado en los aeropuertos y puertos. Así, mientras el aeropuerto de Madrid-Barajas recibe 111 millones, Barcelona-El Prat 47 y Málaga 22, València solamente 11. Por su parte, el primer puerto de España en tráfico de contenedores es València, pero está a la cola en inversiones del Estado en los Presupuestos: 157 millones para Barcelona, 78 para Bilbao, 63 para Algeciras, quedando el de València situado al mismo nivel que el de Huelva con apenas 50 millones de inversión.

No. No es comprensible. No se entiende que la segunda pinacoteca de España, el Museo San Pío V de València reciba 0,6 millones del Estado frente a los 46 millones del Museo del Prado. Como no se entienden los 0,1 millones de inversión en el IVAM de València frente a los 38 millones del Reina Sofía o los 5 del Thyssen en Madrid, o los 2 millones del MNAC o el millón del MACBA de Barcelona. Incluso yendo a la ópera cayeron en desgracia los valencianos en los PGE, que invierten más de 9 millones en el Teatro Real de Madrid, 7,11 en el Liceu de Barcelona, 1,68 en la Maestranza de Sevilla, y apenas le quedan 0,6 para el Palau de les Arts de València.

Por todas estas razones los valencianos y valencianas hemos dicho basta, y este fin de semana lo visualizamos con la gran manifestación unitaria (o casi). Pedimos una financiación justa, sí, y desde los ayuntamientos, también una inversión justa. No queremos ser más que nadie, pero tampoco menos que el resto. Pedimos un trato justo ya.