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Trump, XI y el tablero asiático

El presidente de EE UU, Donald Trump, calificó su reciente gira por Asia como un «tremendo éxito» su reciente gira en Asia, que le llevó a Japón, Corea del Sur, China, Vietnam y Filipinas, y aseguró que en ella «el mundo vio a unos Estados Unidos fuertes y confiados». En un discurso desde la Casa Blanca un día después de regresar del viaje de 12 días, Trump subrayó que «se había recuperado el respeto por EE UU». Sin embargo, la prensa estadounidense no ha sido tan complaciente con los resultados de su gira. El diario The Washington Post, en un duro editorial, aseguraba que el polémico dirigente no había conseguido «nada más allá de alfombras rojas».

Trump, a su vuelta a EE UU aventuró, sin embargo, que los frutos de su gira se notarán «durante muchos años», aunque no especificó cuáles. Uno de los objetivos declarados de su viaje era arrancar de China un mayor compromiso contra Corea del Norte, cosa que Pekín no ha dado muestras de hacer más allá de seguir apostando por la vía del diálogo y de la presión diplomática para evitar una confrontación en la península coreana.

El otro gran objetivo era económico. La administración Trump está embarcada en una reformulación de las reglas de juego en las relaciones económicas internacionales. De hecho, al llegar a la Casa Blanca, Trump tumbó el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP en inglés), impulsado por su predecesor, Barack Obama, para contrarrestar la pujanza de China, que estaba excluida de esta iniciativa.

Así, en la cumbre del Foro de Cooperación Asia Pacífico (APEC), celebrada en la ciudad vietnamita de Danang, el pasado fin de semana, Trump hizo una encendida defensa de su doctrina, basada, más que en grandes acuerdos, en pactos bilaterales. Así, afirmó que EE UU hará «acuerdos bilaterales con cualquier nación del Indo-Pacífico que quiera ser nuestro socio y que respete los valores del comercio justo y recíproco».

El término «Indo-Pacífico», que Trump ha utilizado a discreción en su gira asiática, difiere del tradicional «Asía-Pacífico» utilizado para referirse a esta inmensa área geográfica que alberga a las tres mayores economías del mundo, a siete de los ejércitos más poderosos y al 60 % del PIB global. Aunque ambos conceptos hacen una descripción genérica de lo mismo, tienen unas diferencias sutiles. La apuesta de Trump por «Indo-Pacífico» parece sugerir una inclinación del eje de gravedad hacia el oeste, hacia la India, que el término «Asia-Pacífico» parecía dejar algo de lado. La idea es, en todo caso, reforzar lazos con este país y con los aliados principales de EE UU en la zona, Australia y Japón, para crear un eje de contención a China.

La cumbre del APEC, cuyas economías acumulan el 50% del comercio mundial, también dejó otro mensaje totalmente opuesto. Su autor fue el presidente chino, Xi Jinping, quien volvió a presentarse como el adalid del libre comercio frente al nacionalismo económico actual de Washington. Así, el mandatario chino consideró la globalización económica, «irreversible»: «¿Debemos encauzar la globalización económica, o debemos titubear y quedarnos parados frente a los desafíos? ¿Debemos avanzar conjuntamente la cooperación regional o vamos cada uno por nuestro lado?», se preguntó el líder chino. «La apertura trae consigo el progreso, mientras que la auto-exclusión nos deja atrás».

La gira asiática de Trump ha dejado dudas sobre la estrategia estadounidense para esta región del globo de importancia crucial para el comercio internacional, más allá del aumento del despliegue militar. Su oferta indo-pacífica no ha cuajado de momento por falta concreción de planes económicos, lo que pone a EE UU en cierta desventaja frente a China, que en los últimos años ha estado diseñando una estrategia de cooperación económica con iniciativas potentes como el Banco Asiático de Desarrollo o el megaproyecto de la Nueva Ruta de la Seda, respaldadas por una impresionante modernización militar. El tablero asiático se reordena con dos grandes potencias con visiones geoestratéticas muy dispares.

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