La borrasca que se está aproximando a la península Ibérica por el noroeste no nos va a traer grandes lluvias, pero sí que tendrá un efecto muy positivo: levantar la enorme masa de aire contaminado que lleva días estancada sobre muchas ciudades españolas. El aire que se respirará en los próximos días en todo el país será bastante más saludable que el de ahora, especialmente en las grandes ciudades, como Madrid y Barcelona, en las que se ve una enorme boina desde grandes distancias a causa de la acumulación de partículas contaminantes, que en algunos casos ha obligado a adoptar medidas sobre la circulación de vehículos. Durante los últimos días la estabilidad atmosférica ha favorecido una paulatina pérdida de la calidad del aire por dos motivos, fundamentalmente. En primer lugar, la ausencia de viento impide la dispersión de las partículas contaminantes lanzadas a la atmósfera por los vehículos y las industrias, que se van concentrando sobre la vertical de los núcleos urbanos y su entorno. Asimismo, la capa de inversión térmica (aire más frío en los niveles bajos de la atmósfera) actúa como tapadera e impide que los humos escapen hacia la parte superior de la atmósfera. Por eso en este tipo de situaciones de calma vemos a menudo los penachos de fábricas desplazándose horizontalmente a ras de superficie en lugar de seguir el teórico movimiento vertical de ascenso que cabría esperar. Con la borrasca que se acerca no vamos a solucionar la carencia de lluvias que arrastramos, pero al menos se llevará por delante la boina de aire sucio y se respirará mejor.