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Presencias falleras

Las fallas de Alzira han suprimido el requisito de tener ´presencia´ física dentro de las cualidades para ser fallera mayor. Han mantenido como factores puntuables 1) tener pedigrí fallero, 2) una buena expresión oral en valenciano y 3) el comportamiento, pero han borrado el negro sobre blanco el que dejaba constancia de la importancia de tener ´presencia´, un término entendido no solamente como la necesidad vital de disponer de un cuerpo físico que sustente a la persona en su tránsito por la vida sino, supongo, que en el caso que nos atañe éste tenga buen aspecto y sea bello y proporcionado.

El tema del comportamiento tiene su qué y lo abordaré unas líneas más adelante pero vaya por delante mi felicitación a quienes plantearon en Alzira retirar la valoración de la ´presencia´ porque se atrevieron a cuestionaron el hecho de que varios sujetos o sujetas pusieran nota a mujeres como si de un monumento fallero se tratara. Presencia, un 3; la otra, un 7. Por ello, reitero, mi enhorabuena al avance. Habrá quien piense que el hecho de suprimirlo no es más que un gesto hipócrita de cara a la galería porque el aspecto exterior siempre se tendrá en cuenta de una manera u otra en una figura tan compleja en su elección como la fallera mayor de València o de cualquier municipio. Es decir, no lo puntúo pero en el fondo lo tengo en cuenta. Puede ser, pero desde mi perspectiva de simple observadora o ciudadana que no forma parte del mundo fallero hay tantísimas cuestiones a revisar y tan profundas y urgentes con respecto al paper de la mujer en la fiesta que cualquier gesto que reste anormalidad y machismo en todo lo que la rodea y la aproxime a un trato igualitario en pleno siglo XXI debe ser reconocido.

Habrá también quien piense que a toda comisión o junta local o central que reciba dinero público no se le puede tolerar acción alguna que vaya en contra de la igualdad y la dignidad de las personas en cualquiera de sus aspectos (género, condición sexual, color de piel, procedencia, estatus económico....) pero continuamos encontrándonos ejemplos de cosificación con las mujeres en el mundo de la fiesta que difícilmente la sociedad daría como aceptables en el caso de los hombres.

Bien al pedigrí fallero y bien a la buena expresión en valenciano (¡por fin!). Bien por suprimir el requisito del aspecto físico porque tras otro quizás menos de acuerdo con los cánones establecidos puede encontrarse una magnífica fallera mayor, sea como tenga que ser una fallera mayor. Pero no deja de inquietarme también el juicio al comportamiento, un término tan cargado de subjetividad que ha permitido calificar en ocasiones de ´mal comportamiento´ una actitud reivindicativa o de ´buen comportamiento´, en cambio, otra repleta de sumisión. Todo depende del prisma, siempre.

Por eso estoy impaciente por ver cómo será calificada por el mundo fallero del 'cap i casal' la oferta para que la fallera mayor de Valencia de este año, Rocío Gil, forme parte de las listas electorales de Ciudadanos para 2019, partido en el que milita desde hace algún tiempo. Seguro que hay quien hasta le parece mal que tenga ideología.

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