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Un 'lobby' en femenino

Soy muy poco propensa a utilizar anglicismos, pues dada la riqueza del idioma castellano, creo que nos resulta del todo innecesario tener que recurrir a otras lenguas para encontrar las palabras adecuadas. Siento rechazo a utilizar palabras como casting, mouse, basketball o report, en lugar de audición, ratón, baloncesto o informe, por señalar algunas.

Aun así, suelo utilizar el término lobby, pero muy posiblemente ello sea consecuencia de que su traducción al castellano como grupo de presión -de acuerdo con el diccionario de la RAE- conlleva una pérdida de matices y aporta connotaciones negativas, que nos hacen a muchos recurrir al vocablo inglés. Estimo que por lo que a la voz lobby respecta, nuestra Academia no ha sido capaz de incorporar el vocablo importado de forma respetuosa con su exacto significado y alcance.

Cuando consultamos las definiciones de la lengua inglesa, comprobamos que por lobby se entiende: "Grupo de gente que intenta convencer al Gobierno o a una institución oficial para hacer algo" (Cambridge Dictionary). Los verbos que se utilizan en inglés, en este y otros reputados diccionarios, son: intentar, convencer y similares. Esto es, verbos centrados en el convencimiento y la persuasión, términos muy distintos a los de la presión utilizada por nuestro diccionario. Cuando hablamos de grupo de presión, ello nos lleva a pensar en comprimir o en ejercer acoso sobre el adversario. Si en lugar de grupo de presión hablásemos de grupo de persuasión, de convencimiento o, incluso, de influencia, posiblemente sería menor el rechazo de muchas organizaciones a considerarse lobistas (término ampliamente utilizado aunque no aceptado por la RAE).

Otro aspecto que posiblemente lleve a confusión, es el entender que la actividad de lobby defiende intereses particulares, presuponiendo que los mismos son siempre contrapuestos al interés general. Llegando también a presuponer que los intereses particulares no son intereses legítimos. Ello lleva a muchas organizaciones (ONGs, asociaciones vecinales, etcétera) a negarse a ser calificadas de lobbies, al considerar que ellas defienden el interés general e intereses legítimos.

Pero ¿por qué renegar de ser un lobby, si partimos de que su actividad no significa más que intentar persuadir a nuestros gobernantes y legisladores para influir en la adopción de políticas y, en su caso, provocar cambios normativos? Lo que se pretende con dicha actividad, no es más que -desde la transparencia- aportar puntos de vista y ópticas plurales que enriquezcan la toma de decisiones por su parte. Nunca he sido partidaria del blanco y el negro en la toma de decisiones, pues son muchos los matices de grises, y es ahí donde la labor de los lobbies adquiere especial significado, aportando a gobernantes y legisladores información necesaria para gobernar y legislar en aras al pretendido interés general.

Creo, pues, que la clave es la transparencia, con independencia del nombre que queramos dar a la actividad o al registro de las organizaciones que la desarrollan. Desarrollar la actividad de influencia, persuasión o convencimiento con luces y taquígrafos nos enriquece como sociedad, nos hace más plurales y nos previene de reproducir los errores del pasado, cuando la ausencia de transparencia llevó al imperio de la presión frente a la persuasión.

Desde óptica deseo reivindicar el carácter de lobby de evap/BPW Valencia. Afirmación que no se ve alterada, en absoluto, por el hecho de que los intereses perseguidos por nuestra organización sea totalmente legítimos e incluso, me atrevería a afirmar, coincidentes con el interés general. ¿No debe considerarse de interés general alcanzar la igualdad real de mujeres y hombres?

Presidenta de evap/BPW Valencia (Asociación de Empresarias y Profesionales de Valencia)

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