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Ontinyent amb devoció/ festeja la Concepció de Maria sens pecat

Ontinyent dedica intensamente fiestas todo el mes de diciembre a la Purísima - «xicoteta, però de plata», proclaman con orgullo- su Patrona, sin que le pierdan la pista a lo largo del año.

Lo vienen haciendo desde muy antiguo, hay una primera pista de la devoción por la Inmaculada en 1392. Les viene originariamente por influencia de los Reyes de la Corona de Aragón que tenían a gala y como timbre de honor defender este misterio mariano.

El Papa aragonés Benedicto XIII escribió a los de la Vila admirado y felicitándoles por la devoción que en su época ya le tenían, de cuya fama le legó noticia.

Fueron los Franciscanos quienes inocularon en el pueblo, y en su historia, la devoción por la Inmaculada, la sin mancha desde el primer momento de la concepción. El principal artífice de este impulso cultual en la población fue un franciscano ontinyentí, fray Miguel Mateo, se consolidó la veneración con la fundación de un convento de la Orden, que aún sigue vivo, con un acreditado colegio de enseñanza, cuando tantos han muerto y desaparecido.

En 1642, la Purísima fue declarada Patrona de Ontinyent, a propuesta del Consell de la Vila, declaró fiesta de precepto su solemnidad. Su primera imagen, de plata de buena ley, fue hecha en 1667. No podía ser menos.

A la Iglesia le costaría un poco más hacer este regalo a Ontinyent, suele ir siempre a remolque de la devoción popular, y en 1744, mediante un Breve Pontificio el Papa Benedicto XIV la declararía Patrona Canónica.

En 1767, el ayuntamiento acordaba una Ordenanza por la que todos los empleados municipales debían jurar defender el «Misterio de la Purísima Concepción», obligación de la que no se escapa ni el propio alcalde.

En 1854, sobre el Vall d´Albaida se cernió una epidemia de peste y sacaron a la Virgen en procesión de rogativas por las calles del pueblo para que protegiera a la vecindad. Ese mismo año, el Papa Pío IX declaró el Dogma de Fe que María desde antes de nacer fue Inmaculada. Los de Ontinyent le llevaban casi cinco siglos de ventaja en esta materia.

La imagen de la Purísima estaba declarada Patrona, pero no coronada, y el arzobispo Marcelino Olaechea le impuso la corona por concesión pontificia.

Bellísimo pórtico a las fiestas de la Purísima de Ontinyent, en el cuarto fin de semana del mes de noviembre, es el Cant dels Angelets -que la Generalitat va a declarar pronto Bien Inmaterial de Relevancia Local, poca cosa para lo que se merece- dado su valor histórico-musical.

Els angelets son infantes -niños y niñas- con indumentaria de ángeles que recorren las calles a modo de heraldos anunciando -l´Anunci Angèlic- coral y musicalmente la inminente fiesta litúrgica de la Inmaculada, una especie de proclama, bando o crida, de invitación a sumarse al acontecimiento. Un precioso tesoro de música antigua valenciana. Cuyo testimono escrito que se conserva es de 1662 y diceasí:

«Hui del cel nova ha aplegat,/ que Ontinyent amb devoció/ festeja la Concepcióde Maria sens pecat./ Vos faig saber que este día/ tota la Cort Celestial/ en Majestat sens igual/ festeja també a Maria. /Animeu-vos puix Cristians/ i a la que és Mare de Déu/ festejeu i alcançareu / de son Fill mercés molt grans/ Com és fill tan encumbratel qui a sa mare honrarà/ en el Cel li ho pagarà/ fent-lo benaventurat».

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