Las políticas de movilidad del nuevo Ayuntamiento de València, generalmente personalizadas en la figura del concejal de Movilidad Sostenible, están siendo objeto desde el mismo inicio del mandato, de un duro ataque de los partidos de la oposición y de ciertas entidades con abundante reflejo en la prensa, utilizando argumentos recurrentes de "improvisación, carga ideológica, falta de consenso", etcétera.

De entrada, hay que decir que es positivo que se hable, incluso que se discrepe, en este asunto como en todos. Uno de los problemas que tenía esta ciudad es que había pocas oportunidades de opinar y menos de participar, y ahora muchas voces se atreven a hacerlo, aunque en ocasiones de manera poco prudente. Forma parte del aprendizaje de la participación. Lo importante es saber también escuchar, para llegar a consensos que beneficien a toda la ciudad, y no quedarse con la opinión o el interés particular, ni con la rutina de dejar las cosas como estaban.

Por esta razón se constituyó la Mesa de la Movilidad, con una participación creciente y un interés que no decae, habiendo pasado de unas 40 entidades en su inicio hace dos años, a más de 80 en la actualidad.

Las actuaciones municipales que son objeto de dura crítica no responden a ninguna ideología sectaria, ni son ningún «invento». En este mundo está ya casi todo inventado. Muchas ciudades de nuestro entorno las vienen aplicando desde hace décadas en Europa y también en España, aunque de manera aislada. Todavía no están generalizadas, no forman parte de nuestra cultura política y profesional. Habían quedado fuera del debate político asuntos como la calidad de vida, la salud, la prevención de accidentes, la contaminación o el cambio climático. Se daba por normal que el 70% del espacio público estuviera sacrificado para la minoría motorizada.

Aún así, no faltan ejemplos en ciudades españolas de actuaciones pioneras impulsadas por alcaldes de diferentes signos. Como José Ángel Cuerda, del PNV, en Vitoria; Miguel Anxo Fernández, del BNG, en Pontevedra; Gabino de Lorenzo, del PP, en Oviedo; Odón Elorza, del PSE, en San Sebastián...

Después de un par de décadas, en sus ciudades las políticas de la movilidad sostenible ya forman parte de la cultura y el orgullo ciudadanos, sin verse afectadas por cambios de gobierno municipal. Es lamentable que otros políticos de los mismos partidos citados no hayan sabido o no se hayan atrevido a imitarles en sus ciudades, tampoco en València. Hemos perdido 30 años.

No obstante, algunos ediles locales formularon en su momento buenas intenciones. Francisco Camps, cuando era concejal de Tráfico, defendía la conveniencia de restringir el tráfico en el centro (Levante, 14-03-1993). Jorge Bellver, desde el mismo cargo y partido, afirmaba que «el Centro Histórico no necesita más coches...y las medidas que se adopten no deben ir encaminadas a facilitar la entrada en el centro de la ciudad, sino todo lo contrario» (23-11-2000). Lamentablemente, esos deseos no se materializaron.

Las medidas que se están aplicando en nuestra ciudad -protección y mejora del espacio peatonal, limitaciones de velocidad, restricciones de acceso en Ciutat Vella, aumento de las plazas de carga y descarga y del aparcamiento de residentes, cambios en la red de EMT, expansión de la red ciclista, bajar las motos de las aceras€- no son improvisaciones, ni se introducen por sorpresa. Se han explicado, se han debatido con los afectados, aunque no siempre ha sido posible el consenso. Algunos profesionales las veníamos proponiendo desde hacía décadas. Se critica la utilización de pintura y maceteros para preservar áreas peatonales, cuando en Nueva York lo están haciendo desde hace diez años, incluso utilizando grandes rocas.

Muchas de estas actuaciones estaban recogidas en el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS), aprobado por el PP en Diciembre de 2013, al parecer con poca intención de aplicarlo. Aún así, citemos el Anillo Ciclista por la Ronda Interior, preparado por el PP y ahora por fin ejecutado, después de «reparar» los problemas administrativos y técnicos del proyecto heredado, y mejorarlo significativamente.

Es lamentable que un área tan importante para la ciudad, como es la movilidad, los partidos de la oposición la utilicen para una campaña de acoso al primer gobierno municipal que se está atreviendo a traer a València la normalidad, recuperando el espacio público para la gente, cambiando poco a poco el diseño urbano de calles y plazas. Sería deseable una voluntad de consenso, aportando ideas, incluso críticas constructivas, en lugar de descalificaciones. Mientras tanto, conviene recordar otra acertada frase del entonces concejal Bellver: "prefiero equivocarme a que se me pueda acusar de inactividad". La ciudad no puede esperar más.