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Otro modelo de agricultura

La polémica estallada en varios países en torno a la prolongación por cinco años más del permiso para utilizar en la UE el herbicida glifosato no debe ocultar el problema de fondo, que no es otro que el actual modelo intensivo de agricultura.

La renovación de la licencia provocó una tormenta política en Alemania, donde el ministro de Agricultura, de la CSU bávara, dio su aprobación, desoyendo a la titular socialdemócrata del Medio Ambiente, que estaba en contra, e inclinando definitivamente la balanza a favor del glifosato.

El ministro bávaro trató de justificarse diciendo que de todas la Comisión estaba decidida a aprobar la prolongación y que el comisario de Seguridad Alimentaria de la UE, el lituano Vytenis Andriukatis, le había incluso instado por teléfono a que votara a favor como también hicieron España, Polonia y el Reino Unido.

A lo que añadió que en cualquier caso su Gobierno regularía muy estrictamente en Alemania el uso del herbicida y se acometerían nuevos estudios para determinar con certeza absoluta su toxicidad o no para el ser humano, a la vez que se potenciaría la biodiversidad en la agricultura.

Los ecologistas sospechan que el glifosato es en realidad el caballo de Troya de su fabricante, la multinacional Monsanto, para introducir en Europa, como ya ha hecho en EEUU y Suramérica, sus semillas transgénicas resistentes al herbicida RoundupReady, que contiene ese principio activo, y de las que posee también la patente.

De salirse con la suya Monsanto, pero también otras empresas del sector agroquímico, con el empleo masivo de los herbicidas se reforzaría el modelo intensivo de la agricultura europea en detrimento de la biodiversidad y con consecuencias difíciles todavía de prever.

No puede caber duda de que el gigante Monsanto y sus rivales del sector agroquímico, han recurrido a sus bien dotados lobbies para defender en la capital comunitaria ante todo los intereses de sus accionistas.

Pero toca a los gobiernos resistir tales presiones de la industria y tener mucho más en cuenta la salud y la lógica desconfianza de los ciudadanos europeos ante la falta de transparencia de mucho de lo que sucede en Bruselas.

Y sobre todo es ya hora de resistir las presiones de todo tipo para maximizar la producción a corto plazo y caminar hacia un modelo de agricultura mucho más sostenible que privilegie la biodiversidad y renuncie al uso masivo de fertilizantes y pesticidas en beneficio del planeta y de quienes lo habitan.

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