Por enésima vez, València ha querido poner su mundillo musical al día, y con más voluntad que acierto ha convocado un fórum para -dicen- «escoltar-nos».

No pude estar en todo, con lo que seguramente se me han escapado mil detalles, pero por el tono de lo que escuchado y lo que conozco de varios intervinientes otros a los que no atendí, se ha abundado en exceso en guerritas del pasado, anécdotas, descripciones y consideraciones que poco o nada aportan, más que recuerdos, a un futuro que no se encara con la seriedad acuciante con que se nos presenta: vivimos un contexto de inmediateces, siempre en desborde, trufado de tecnología, mestizajes y cruces, creaciones compartidas, intermedias, etcétera, que poco tienen que ver con los estereotipos de un pasado reglado que no nos sirve por más que se le intente apañar. ¿Para cuándo deja València el enfrentarse con honestidad a un presente que se nos escapa, de nuevo, sin agarrarle por su cerviz?

La sociedad valenciana dejó morir de soledad y asco las músicas pitagórico/algorítmicas de nuestro microtonalista Panach Ramos, dejó en el trastero de lo atendido el aparato Electrocompositor musical del más grande inventor sonoro -el cura Castillejo- que nuestra futurista España puso en pie, desatendió igualmente los estímulos del Circuito Perifónico del gran Val del Omar, los atisbos del Grup Actum, o del «después de Cage» con el que -hace hoy 40 años- daba su retador primer paso el festival Ensems. ¡Y qué decir del hodierno arte sonoro!

Por otro lado, el tan emblemático y social mundo de las bandas, continúa ajeno al reto de lo atonal, lo aleatorio, lo plurifocal, lo intermedial, lo gestual, etcétera. Y nada digamos del mestizo imbricarse con fuentes sonoras nacidas de la electricidad, la escena, el videoarte.... Las propuestas festivo/ceremoniales o escénicas de Santos o mías yacen en el olvido sin apenas continuidad.

Está, pues, de más ese cúmulo de redundancias que se han dado hasta el aburrimiento en este fórum, y por el contrario falta información y audacia. Pero lo que más falta es pedagogía de la buena, esto es, dar cabida en nuestras programaciones a cuanto de inusitado se hace en gran parte del mundo y que aquí todavía continúa siendo calificado de bobaes o de propuestas estrafalarias. Falta abrir pasillos, no sólo mediterráneos, sino cósmicos, por donde introducir y exportar lo recién parido antes de que devenga obviedad.

Es inconcebible, y hasta insultante -si quisiéramos usar el lenguaje del pasado- que no se pensase en una mesa dedicada al proponer, sea compositivo, sea propositivo. Y eso con la que está cayendo de nuevos paradigmas a los que como ya es normal entre nosotros se llega tarde: los del llamado arte sonoro. Decía Heidegger que «más allá de la realidad está la posibilidad», y hasta hoy, València no se apura en darse un baño de realidad, y en cuanto a la posibilidad, ni se la conoce ni -por tanto-se la espera. Ocassio calvata.