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Willy Fogg y los empresarios viajeros

En esto de los viajes lo importante es la compañía. Y si es un viaje de trabajo, la clave está en el número de asistentes a la expedición, o a las reuniones. Dice Jeff Bezzo, CEO de Amazon, que para que una reunión profesional sea efectiva desaconseja que la cifra de convocados supere el de personas que podrían zamparse un par de pizzas. Más de cinco es multitud. Ignoro cuántos fueron los expedicionarios valencianos al Canadá pero me temo que han sido algunos más.

Viajes pasados. En esto de los viajes institucionales y después de años sin moverse ni con el Imserso por la crisis, nuestro president ha vuelto a viajar, en este caso al país de los arces. Ximo Puig ha capitaneado uno de esos «tours» que siempre han estado en el foco. Quizás quien mejor glosó -desde una sana ironía- la vis expedicionaria de los Molt Honorables fue Andrés Perelló. Armado de su fina ironía y su solvencia dialéctica, el hoy todopoderoso secretario de Justicia del PSOE y en los tiempos más proteicos de Eduardo Zaplana, estuvo desternillante con esta conocida ocurrencia parlamentaria. Apuntando a la intensa actividad exterior del entonces president, vino a decir en la tribuna que la diferencia entre Dios y Zaplana era que Dios estaba en todas partes, y Zaplana ya había estado.

Fenicios. Quizás por nuestro origen fenicio, los políticos valencianos siempre han seguido la estela viajera-exportadora de los líderes de nuestro tejido productivo. Incluso en los tiempos de zozobra, ese espíritu emprendedor musculó las carencias de la crisis, haciéndolas más llevaderas. Ya sea para avalar las expediciones -un president siempre viste mucho- o para abrir puertas, los políticos han acompañado a quienes venden nuestra imagen, señalan y apuntan oportunidades de mercado. Cierto es que estos viajes tienen algo de propaganda y gestión de marca y que es frecuente que se aprovechen para difundir novedades que no son tales o anuncios que se reservan para la ocasión.

Embajadas. Además, y al contrario que las embajadas del tal Romeva y la grandilocuencia catalana, el Foreign Office valenciano no ha pasado de primar el desplazamiento puntual y

-como máximo- la implantación de una eficiente red de colaboradores in situ, lo que se llamó Ivex y que el PP acabó desmontando. Lo valenciano es más bien efímero, no se han empeñado nuestras administraciones en fijar un chiringuito institucional estable y la prédica exterior siempre ha consistido en acciones relámpago.

Molt honorables. Viajaron Joan Lerma, Zaplana o Paco Camps y, subidos a un ciclo expansivo estos últimos sobre todo, desplegaron el nombre de la Comunitat hacia los cuatro puntos cardinales con expediciones acertadas y con retorno junto a otras algo más difíciles de justificar. La oposición, entonces sistémica, derrotada en sesión continua, bien pudo acuñar el término de «presidente Willy Fogg». Ahora es Ximo Puig quien recoge el testigo y ha acometido su segunda misión comercial de su mandato, una práctica criticada cuando eran otros los inquilinos del Palau.

CEV-PP. Este viaje también supone un cambio de paradigma. La cordial relación entre Ximo Puig y la izquierda en definitiva y muchos empresarios -su líder Salvador Navarro iba en el pack- ilustra ese mundo al revés. Patronos y líderes sindicales parecen haber roto las viejas dinámicas que les hacían funcionar como correas de transmisión de sus respectivos partidos «hermanos». Y la derecha regional -encarnada por Isabel Bonig- no acaba de encontrar su sitio. No ya por borrarse de la manifa reivindicativa del 18N sino por el castigo con el que han querido distanciarse aún más de la CEV, apeándola de la subvención institucional. En el Consell no dan crédito a las continuos «regalos de Navidad» que les hacen los populares.

Historia. El episodio, como todo, tiene su historia antes de la bendita concertación social -tan horizontal, interclasista e integradora-, la relación política de los partidos con sus organizaciones afines era muy vertical, de obediencia debida. Las organizaciones sindicales se adelantaron a la patronal en su proceso de ruptura con sus nodrizas. Tras una larga y desdibujada senda, UGT y CC OO marcaron distancias con PSOE y PCE, respectivamente. La patronal ha tardado más, y hasta la fecha había guardado las formas, sin necesidad de mohines emancipatorios.

Independencia patronal. Así, en la Comunitat, con una larga y fructífera política concertatoria, hemos asistido -con motivo de la marcha por una financiación justa del 18-N-, a algo más que a un disenso entre populares y empresarios. La CEV crece, se hace mayor, aspira a ejercer de patronal autonómica, y lo hace de la mejor manera: autónoma. Si tiene que elegir, elige estar con las justas aspiraciones históricas de su tiempo. Por eso gana en credibilidad, como los sindicatos la cobraron cuando le montaron varias huelgas generales a Felipe González. Lo dicho, Isabel, demasiados regalitos de Navidad a los socios del Botànic. Justo cuando más lo necesitaban.

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