El 1 de diciembre hemos entrado en el invierno climatológico y, casi a la vez, en el meteorológico. Tanto pedir que hiciera frío de verdad, tanto decir que diciembre iba a comportarse como un mes cálido, y ya hemos pasado una irrupción fría, más propia de enero, y podemos tener otra muy pronto. Esto es lo que podemos saber, no sabemos más, nos empeñamos -yo no- en hacer pronósticos estacionales y mensuales, en vez de contestar llana y sinceramente que no se sabe la previsión del tiempo exacta con más de 72 horas de antelación, la tendencia con una semana o diez días, y que más allá, todo es especular. Desgraciadamente el tipo de irrupciones frías que vamos teniendo provoca lluvias y nevadas en el tercio norte, pero el resto de la península y los archipiélagos quedan bastante al margen. Sólo recogen frío seco y eso, con la tierra seca, no es demasiado bueno. No estamos, seguro, ante la peor sequía pluviométrica de la Historia, no ya en la historia no registrada, ni siquiera en la de los registros. Eso no quiere decir que no haya que tomar medidas, que preocuparse, pero yo he notado que el ecologismo que algunos muestran en el ahorro de energía y las emisiones de CO2, no existe en el tema del agua. Alguien alguna vez pensó, que en unos climas de lluvias tan irregulares como los nuestros, la solución era regar. No regar las huertas que estaban al lado de los ríos, eso se había hecho siempre, regar cultivos de secano para que dieran más rendimiento y convertir en regadíos intensivos auténticos secarrales. El problema es que, cuando se riega un secano porque no ha llovido lo suficiente, y nunca es suficiente porque queremos ser muy intensivos, sacamos agua de los acuíferos o las transferimos de otras cuencas, pero el problema es que esos recursos son como esos ahorrillos que también dependen de la lluvia que cae y también se acaban agotando. Nadie se atreve a poner el cascabel al gato. Nadie se atreve a decir que algunos cultivos de secano no se deben regar cuando no hay agua suficiente. Nadie se atreve a decir que, aunque regar un secarral de forma muy eficiente genera una agricultura muy rica, debe pagar un elevado precio por un agua convencional que no tiene, de la desalinización, por ejemplo. El problema es que ya hemos creado el monstruo y es difícil decir que se acabó la fiesta del regadío para todos y en todos sitios, lo fácil es decir que llueve menos que nunca cuando, a pesar de la dura sequía, no es verdad.