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No te limites

Ni por tu sexo, ni por tu edad, ni por tus creencias. Que no te limite tu barrio, ni tu familia, ni tampoco tu bandera. Que no te limite tu nombre, ni tu apellido. No te doblegues a la tiranía del pensamiento ajeno.

Cuestiona a los políticos que te vendan quimeras, a los falsos gurús que sólo piensan en hacer caja, a los profesores que pretendan amargarte.

Escucha, por contra, a la gente que te brinde una sonrisa a la gente que te quiera. Escúchales con respeto para luego soltar todo lo que no te sirva. Quédate sólo con lo que te haga ser más tú. Sé fiel a ti misma. Porque eres tu propia obra, tu propio maestra, tu principio y tu fin.

Aprende a escucharte antes de enredarte en los otros, aprende a amarte para ser capaz de amar a alguien, aprende a aceptarte tal y como eres. No busques ser como los demás, eso sólo te causará frustración porque no puedes evitar ser distinta, única e irrepetible. No te compares, observa y acepta la diferencia. Acepta el paso del tiempo que te hace aún más auténtica.

Sé generosa pero no por quedar bien frente a los otros, ni por ganarte un pedacito de cielo, hazlo para sentirte más libre, para ser más tú, para conectar con ese lado espiritual que no necesariamente cree en dogmas de fe pero en cambio sí en la montaña y el viento, en el árbol y el río, en el mar y el cielo, en la risa de un niño, en la puesta de sol, en hacer de tu mundo un mundo más lindo.

Haz que tu cerebro se esfuerce, no te conformes, busca nuevos caminos, nuevos retos, nuevos oficios, nuevos amores si los pasados no se quedaron contigo. No te pongas etiquetas porque eres universo infinito. Y trata de vivir en el presente para no perderte la vida, para evitar la nostalgia del pasado, para cuidarte de la ansiedad de lo aún no vivido.

No juzgues ni te juzgues, no existen vencedores ni vencidos. Sólo existe gente que vive, y gente que se queda parada en el camino.

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