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Realidad real

Alguien me tendrá que explicar por qué encontré, regularmente, La Vanguardia en el Rincón de Ademuz (o en Zaragoza) y por qué me cuesta tanto conseguirla en València. Sobre todo, después de que el famoso ejercicio declamatorio conocido como procés encallara en las rompientes de la realidad, momento a partir del cual La Vanguardia falla en días alternos, más o menos. El último jueves llegó en el día -que es lo que le corresponde a un diario, ¿no?- pero a las doce, que ya no son horas de repicar ni de ir a misa. Por descontado no creo en conspiraciones, pero me gustaría descartar del todo tal posibilidad, si alguien sabe más€

Tengo el vicio de comprar prensa muy variada, pero no crean que por eso mi percepción de la realidad está menos expuesta a las averías. Por ejemplo, mientras asombrábamos al mundo con alardes operísticos y bólidos de carreras, el barrio de Malilla, donde viven personas, estaba separado de la ciudad, y sigue así, por la cepa de un carretera nacional, un paso elevado y una playa de vías, las playas, mejor de arena y cielo. Más difícil de explicar, pese a ser parte de la realidad, es que el barrio de Nazaret funcione como el relleno de un emparedado entre el puerto y más puerto, debería ser más fácil entrar y salir, es la base de la sociabilidad y también del comercio, aunque no sea portuario. Por no hablar de La Punta, que se expropió y no se usa.

Un lector, don Julio, me llama la atención sobre esa muixaranga torrentina que sintió la necesidad urgente de conquistar el Garbí. Es una forma de ganar altura respecto al nivel del mar, aunque ya hay vuelos suborbitales que garantizan el hormigueo en el vientre de la ingravidez. El otro día, en Guadassuar también montaron una muixaranga en honor de una víctima de violencia doméstica. La intención era buena, sin duda, pues la muixaranga se arma, a veces, como homenaje a un notable, pero no sé si alardes de equilibrio y música de dulzaina y atabal son lo más indicado para una luctuosa despedida. La realidad real es como los pantalones de Robinson Crusoe: un cúmulo de parches incoherentes.

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