Rusia ha sido excluida en bloque de los Juegos Olímpicos de invierno que se celebran en Corea (la del sur, que la del norte se entretiene con la pirotecnia) a comienzos del año que viene (a toda velocidad). Dicen que Rusia practica el dopaje de Estado que no sé si significa que el Estado les pone a los atletas las pilules, los chutes y las cremas hormonales en el armario de baño, sin restricciones, o que un ruso drogado se pone a emitir edictos, artículos 155 y requerimientos de Hacienda. Eso sería grave, sin duda. En todo caso, el COI prefiere el dopaje capitalista, de mercado libre como si dijéramos, lo que significa que, si eres lo bastante bueno, puedes compartir camello con Keith Richards.
A lo que iba. Según una encuesta de ámbito europeo, los escolares rusos son los que presentan una mas alta comprensión lectora. Nosotros quedamos detrás de grandes potencias como Lituania y Bulgaria, a ver si lo remedia el Porrat de Llibres de Santa Llúcia, que además nos conservará la vista. El atroz invierno ruso debe de contribuir no poco a los hábitos lectores ¿Son mas drogadictos los buenos lectores? No creo, pero se leen hasta los prospectos y, por tanto, atienden (o no) las indicaciones relativas a posología y efectos secundarios. Y si son los Juegos de Invierno ¿Cómo es posible excluir a Rusia que tiene más inviernos que toda la sección de congelados de Mercadona? Sería como excluir a Francia de una feria de vinos o a Italia de un simposio de diseño.
También podría ser que los niños rusos comprendan tan bien lo que leen porque si no es así mucho antes de llegar a la página 812 de Guerra y Paz, ya se han perdido. El otro día vi unos Relatos completos de Chéjov en la librería Izquierdo y ocupaban cuatro volúmenes del grosor de un bordillo. Consulto una lista de famosos del deporte suspendidos por dopaje y, como en un chiste de Eugenio, hay una rusa, dos argentinos (Diego A. Maradona se tomaba efedrina en manojo) y, oh, sorpresa, siete norteamericanos, de lo que se infiere una burda maniobra de OTAN y de las JONS para vengarse del espía Cipollino al servicio de los separatistas.
