Honrar a los muertos es rendirles el honor que merecieron en vida, olvidarles es negarles ese honor y retirar su nombre es la peor de las afrentas que puede serle hecha a su memoria y a sus descendientes. Sobre todo a un hombre que entregó todo por servir a su país y dejar para muchas generaciones una Ley de Educación como nunca se ha vuelto a tener. Según informa Levante-EMV la portavoz socialista de Educación en las Corts, Ana Besalduch, ha presentado una Proposición No de Ley (PNL) en el Parlamento valenciano que exige el cambio de denominación de siete colegios públicos de València, Sagunt, Quart de Poblet, Paterna, Xirivella, Burjassot y Orihuela que «en la actualidad todavía mantienen el nombre de José Luis Villar Palasí, ministro de Educación y Ciencia valenciano durante la dictadura entre 1968 y 1973».

Para Besalduch «uno de los mayores honores que puede tener una persona es que el colegio público, instituto o universidad de su municipio lleve su nombre porque son lugares que ayudan a los ciudadanos a crecer libres y a formarse para el futuro». Y sigue diciendo que «no es admisible que en la Comunitat existan centros educativos que lleven el nombre de personas que tuvieran un comportamiento poco loable», ha indicado la diputada por Castelló. Por un lado, porque «no es ético», y por otro, «porque la ley 52/2007, en su artículo 15 lo prohíbe expresamente».

Pues se equivoca la Sra. Besalduch en las dos cosas. Primero, porque no se atenta contra ninguna clase de ética por el hecho de rendir homenaje a quien elaboró la Ley General de Educación (LGE) de 1970, la mejor ley de Educación que ha tenido España, implantando la enseñanza gratuita y obligatoria hasta los 14 años. Esa ley fue obra de un valenciano que se trajo a España a lo más granado de la UNESCO como equipo de colaboradores y que pasó muchas noches en blanco trabajando en esa ley.

La Sra. Besalduch, como tantos otros, habrá sido posiblemente educada con esa ley y habrá estudiado la Educación General Básica, la EGB, por lo que debe saber bien de sus muchas virtudes (aunque debió saltarse alguna clase). Segundo, porque el artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica sólo habla de la guerra civil y de la represión en la dictadura, lo que dudo que pueda ser aplicado a Villar Palasí, a menos que se considere como represión el hecho de obligar a estudiar hasta los 14 años (lo que dice muy poco de la cultura jurídica de la Sra. Besalduch a pesar de ser licenciada en Derecho).

Creo que todos los ministros que han pasado por la cartera de Educación han reconocido las bondades de la LGE de 1970 (en la época conocida como «tardofranquismo»), incluidos los socialistas, y no han escatimado elogios hacia la misma. Una ley que fue «rupturista» con el pasado y muy avanzada para su época; una ley muy valiente, que lanzó temas tapados, que tuvo la oposición de los más conservadores y que los progresistas vieron como buena. Una ley hecha casi en directo por un hombre de familia humilde valenciana, que tuvo que costearse sus estudios con becas en el Colegio de Burjasot. Un hombre que hablaba más de 15 idiomas, que tuvo que hacer el servicio militar en un batallón de castigo, que fue Letrado del Consejo de Estado y Catedrático de Derecho Administrativo. Un hombre a quien nada le regalaron y que entregó su vida a los demás. Un hombre ajeno a la vanidad y al que ahora le niegan la labor que hizo en vida y el legado que dejó tras su muerte.

Ese hombre, Sra. Besalduch € es mi padre, José Luis Villar Palasí, y debería usted al menos respetar su memoria como así han hecho socialistas más ilustres que usted.